El brote de xenofobia en el pueblo catalán de Salt puede que no quede en un hecho aislado, a la luz de los datos del observatorio sobre racismo del Ministerio de Trabajo e Inmigración. Su último informe alerta de que la crisis ha provocado un aumento del rechazo hacia los extranjeros. Cada vez más personas juzgan como "excesivo" su número y demandan una política migratoria más restrictiva. Pero el titular del área, Celestino Corbacho, quitó ayer hierro a este análisis al afirmar que "la sociedad ha dado muestras más que sobradas de saber compartir y convivir" con los foráneos. "No hay un sentimiento xenófobo más allá de que pueda haber alguien interesado políticamente en que se cultive", declaró.

El informe, que se basa en la encuesta efectuada por el Centro de Investigaciones Sociológicas en septiembre y octubre del 2008, advierte que los españoles vinculan la inmigración a "trabajo", pero también a "invasión" e "impacto negativo en el mercado laboral". A un 47% de los encuestados la primera imagen que les viene a la mente al hablar del fenómeno es negativa, frente al 39% que menciona aspectos positivos.

Con respecto a la regulación de los flujos migratorios, un 42% opina que la legislación es "más bien tolerante", 18 puntos más que en el 2004.

Por ello también ha crecido el porcentaje de personas favorables a que se devuelva a extranjeros a sus países de origen (un 16% frente al 12% registrado en el 2007), sobre todo si los inmigrantes no tienen trabajo.

Además, un 68% cree "muy o bastante aceptable" que se expulse a los que cometen delitos, porcentaje, no obstante, que no ha aumentado con respecto a sondeos anteriores. Corbacho reconoció ayer que hay españoles con la "percepción equivocada" de que los inmigrantes les quitan sus puestos de trabajo.