La historia se repite una vez más. Volver a escribir para un ser querido porque la vida es tan hipócrita que yo nunca la he entendido.

Te pasaste la vida luchando por tus hijos y por tus nietos y ahora que estabas triunfando los dejas y te vas al cielo.

Fuiste maestra de tu casa, buena madre para tus hijos, alegre abuela para tus nietos y excelente esposa para tu marido.

Aquí dejas muchas cosas, incluyendo buenos amigos, que aunque ya no estés entre nosotros, siempre estaremos contigo.

Tuvimos muchos momentos para disfrutar como una familia, pero llegó la triste muerte y segó tu alegre vida.

No tuvimos tiempo para decirte adiós, y lamentamos no poderlo tener, pero te echaremos mucho de menos, y este poema al cielo, yo te escribiré.

Léelo con todo mi cariño, y que la tristeza no reine tu cuerpo, porque aquí quedan muchas personas, que siempre te recordaremos sonriendo.

Porque siempre tenías buen semblante, y la sonrisa siempre presente, y todos los que estaban a tu lado, con cariño supieron quererte.

Y aquí termina este poema, dedicado a esta gran mujer, a Isidora Rodríguez Guillén, que jamás volveremos a ver.

José M Navas González

Coria