La última novedad en la búsqueda de energías alternativos es la minieólica, todavía incipiente en España pero que ya se ha abierto camino en países como el Reino Unido y Holanda. Esta energía se diferencia de la eólica tradicional, la de grandes parques de aerogeneradores, porque consta de pequeños molinos de viento que se pueden instalar en los tejados de las casas sin dañar la cimentación y que no son más altos que una antena de móviles.

Los minimolinos no miden más de dos metros sobre la cubierta, porque aprovechan la altura de los edificios como soporte. En instalaciones aisladas pueden alcanzar los 20 metros. Es poca altura si se compara con los 80 o 120 metros que un aerogenerador levanta sobre el suelo. Las palas miden de diámetro, de punta a punta, unos tres metros de media, mientras que las de los grandes aerogeneradores llegan a los 90 metros. La potencia de los minigeneradores eólicos es inferior a los 100 kilovatios y las máquinas más comunes oscilan entre 1,5 y 3 kilovatios de potencia. Para comparar basta saber que un gran aerogenerador tiene una potencia de unos dos megavatios.

Según la Asociación de Productores de Energías Renovables (Appa), en España la energía minieólica solo empieza a despuntar, puesto que hay siete megavatios instalados, mientras que la eólica convencional supera ya los 11.500 megavatios. "Por contra, está triunfando en Gran Bretaña y Holanda". Y se da la paradoja de que productores españoles --como JBornay, Windeco y Solener, con fábricas en Murcia, Alicante y Madrid-- están proveyendo de instalaciones minieólicas a esos países, "porque aquí apenas tienen salida", explica un portavoz de la Appa."Además --prosigue-- en España no hay ningún tipo de subvención para esas instalaciones, que son caras, y necesitan de 25 o 30 años para amortizarse". Es por ello que los pequeños productores no se atreven a instalarlas ni por convicción personal. La Appa ha pedido que la tecnología minieólica se reconozca de manera diferenciada en la legislación y que tenga una retribución, equivalente a la de la energía solar, por verter electricidad en la red.

MENOR IMPACTO VISUAL Pero lo cierto es que la propia Appa reconoce que la mejor salida que pueden tener los minimolinos es el suministro a viviendas aisladas que no cuentan con conexión eléctrica a la red. "Un molino junto a placas solares puede resolver el suministro ener- gético de cualquier lugar alejado de la red eléctrica", afirma el portavoz de la asociación.

La aspiración, no obstante, sería poder interconectar los minimolinos a la red de baja tensión, como ya se hace en otros países europeos. Además, la Appa insiste en que la energía minieólica tiene un menor impacto visual que los grandes aerogeneradores y en las ciudades llegaría a confundirse con otras antenas que ya hay instaladas en los tejados. Otro de los factores que suponen un freno es su coste relativamente elevado. Son máquinas que deben contar con una buena tecnología, puesto que al instalarse en zonas habitadas se exige un bajo nivel de ruido y de vibraciones. El coste de un minimolino por kilovatio es cinco veces superior al de los aerogeneradores de potencia superior a los 500 kilovatios. A su favor está el hecho de que es una energía limpia, inagotable (siempre que esté en una zona con viento) y que en el futuro, cuando llegue la escasez de combustibles fósiles, puede dar tranquilidad y continuidad de suministro energético al usuario.