Cumplir 102 años está al alcance de muy pocos, pero cumplir esa edad haciendo gala de una memoria prodigiosa y de una envidiable condición física otorgan a nuestro protagonista el calificativo de mito. Así llegó a calificar el alcalde de Don Benito, Mariano Gallego, ayer a Juan Sánchez Sánchez, vecino de esta localidad, en la celebración de su 102 cumpleaños. Aunque oficialmente no cumple años hasta mañana 17 de abril, ayer se le tributó un merecido reconocimiento.

Juan es todo un prodigio de la vida. Acude andando todos los días al centro de jubilados de la calle República Argentina, de Don Benito, donde no solamente comparte momentos de charla con sus amigos, sino que se toma sus vinitos y echa su partidita de dominó. También le gusta estar informado y no pierde detalle de la actualidad repasando diariamente los periódicos.

Evidentemente tiene achaques, como no podía ser de otra forma, una ligera pérdida de audición y algún problemilla en la próstata, pero ya quisieran muchos a edades más jóvenes estar como él.

Su memoria es punto y aparte y su gran afición: componer poemas y recitarlos, de memoria. Sí. Asómbrense. Tanto es así, que al cumplir los cien años publicó su primer libro de poesías, a los 101 años se editó un segundo volumen y ahora acaba de ver la luz su tercer libro. Son las poesías del abuelo Juan, unas poesías que emocionan a sus hijos, nietos y bisnietos.

Nacido en 1909, Juan Sánchez trabajó en el campo, sufrió los avatares de la Guerra Civil e incluso estuvo en un campo de concentración en aquella contienda. Sus peores años, según recuerda, fueron en la posguerra, debido a las penurias que pasaron los españoles en aquellos años. Pese a las dificultades, aguantó en su pueblo, Don Benito; no llegó a emigrar, como hicieron muchos. Llegada la edad de su jubilación, Juan Sánchez empezó a cultivar con mayor ahínco su afición poética. Cuenta con un discípulo de excepción, Santiago Morcillo, también jubilado, otro poeta de este centro de mayores.

Ayer, este entrañable abuelo nos emocionó a todos recitando de carrerilla y sin papel alguno un poema autobiográfico. Lo hizo en un acto especialmente dedicado a homenajearle. Fue en el centro de República Argentina de Don Benito con presencia del alcalde, el primer teniente alcalde, Juan Bravo, sus familiares y sus compañeros jubilados. El coro de mayores le dedicó varias canciones.

No faltó la tarta. Como 102 velas son muchas, se optó por poner el número encima del pastel; una tarta, por cierto, decorada con la propia imagen de Juan. A este simpático abuelo le llovieron regalos, desde un retrato hasta un bastón, para seguir moviéndose fenomenalmente.