La última glaciación hizo emerger cerca de Eivissa y Formentera un pequeño islote que se encontraba a unos 90 metros de profundidad. El descenso del nivel del mar había sido vertiginoso, de algo más de 100 metros. Nada se sabe de si hubo durante esa edad de hielo alguna actividad humana en ese promontorio, pero 10.000 años después, un buque del Instituto Español de Ocenografía (IEO) investiga lo que ahora, con las aguas retornadas a su altura original, es el monte submarino Ausiàs March. Su singular ubicación lo ha convertido en un área de alto valor ecológico susceptible de ser protegida junto a otros dos promontorios cercanos del canal de Mallorca, los de Ses Olives y Emile Baudot.

Desde el 10 de octubre y hasta el jueves, 12 biólogos y geólogos embarcados en el Ángeles Albariño recogen muestras y recopilan datos en el marco del proyecto Life Intermares, coordinado por la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica. El objetivo es proponer la declaración de los tres montes y su entorno como lugar de interés comunitario (LIC) dentro de la red Natura 2000.

«Esta es la segunda campaña y todavía nos queda una más. En la primera, llevada cabo el año pasado, inventariamos 160 especies y en esta estamos añadiendo bastantes más», cuenta el jefe de la operación e investigador del Centro de Oceanografía de Baleares del IEO, Enric Massuti. La riqueza es enorme en equinodermos (estrellas de mar, erizos, holoturias y ofiuras), crustáceos (gambas y cangrejos), moluscos (caracoles, bivalvos y cefalópodos) y peces.

Alien a bordo

Ningún ser vivo escapa al rastreo. La tarea en el interior del buque es frenética y no se detiene nunca. Cuando no se lanza una draga que regresa llena de fango, valiosísimo para los geólogos, se arrastra por el fondo un patín bentónico que regresa con una miríada de moluscos y conchas rotas entre las que asoman diminutas patas en movimiento.

Tras una minuciosa selección pasan a manos de cada uno de los expertos. Como Xisco Ordines, que escudriña en el microscopio un tipo de ofiura sonrosada, Ophiomyces grandis, descubierta por vez primera en el Mediterráneo en la pasada campaña. O Sergio Ramírez, que utiliza muestras de agua recogidas en distintas profundidades para localizar el ADN que tiburones y rayas sueltan cuando mudan la piel. Entre los crustáceos destaca un diminuto parásito, el Phronima sedentaria, que inspiró a los creadores de Alien, no solo por su repulsivo aspecto exterior, sino porque esas criaturas se alojan en el interior de otros organismos y los vacían por dentro.

Las cámaras a ras del suelo marino aportan datos sobre los rodolitos, unas valiosas algas rojas, afloramientos rocosos con corales e innumerables especies de esponjas. Por la noche se usan los instrumentos batimétricos y las ecosondas para dibujar con minuciosidad el fondo. Pero el ingenio que más expectación genera es nada menos que un aparejo de pesca de arrastre. Con él suben cantidad de ejemplares de mayor tamaño que, tras ser clasificados, tallados y pesados, son devueltos al mar con vida. Así, los investigadores comparan el estado de antiguos caladeros en desuso con otros situados cerca de donde faena la flota gambera de Alicante. La protección de la zona incluirá un plan de gestión que debe hacer compatible la actividad humana, y estos análisis darán pistas sobre cómo hacerlo.

Conos volcánicos

Desde el punto de vista geológico, la zona presenta una gran diversidad, con fallas y estructuras de deslizamiento. Los montes Ausiàs March y Ses Olives son de rocas carbonatadas, mientras que el Emile Baudot es volcánico y está rodeado a su vez por conos volcánicos. En los abismos cercanos a este último se hallan los pockmarks, unas depresiones circulares, en forma de conos invertidos, originadas por escapes de fluidos del subsuelo que pueden ser de salmuera o gas metano. Con esta investigación se determinará y datará su actividad y si los ha generado el metano, algo que daría más importancia al hábitat porque contaría con comunidades de microorganismos extremófilos, es decir, auténticos devorados de metano, uno de los gases que tiene mayor incidencia en el efecto invernadero.

¿Esperan encontrar en las antiguas cimas emergidas algún rastro de actividad humana milenaria? Juan Tomas Vázquez, geólogo del centro de Málaga del IEO, no lo cree, pero sí espera confirmar a través de «la detección de sedimentos tipo playa» que tanto el Ausiàs March como el Emile Baudot fueron en su tiempo esos islotes emergidos que se presume.