TStiempre ha habido tergiversadores y mentirosos. Lo normal es mentir a sabiendas, con el fin de embaucar y beneficiarse, porque la mentira piadosa jamás existió. No obstante, hubo momentos en que algún atisbo de realidad se deslizaba entre la patraña y uno, si era hábil, podía llegar a descubrirlo. Lo peor de la realidad es que ha desaparecido: ha sucumbido junto a la objetividad y lo obvio -eludo adrede nombrar a verdad, porque ésta, pobrecilla, solo llegó a existir en axiomas matemáticos del estilo dos y dos son cuatro-. Para engañar únicamente hacen falta datos. Los mismos que antes servían para ratificar la evidencia ahora corroboran lo contrario. Solo es necesario aliñarlos bien con estadística, encuesta, institución, informe y opinión para garantizarte que llevas el dato a tu sardina. Por ejemplo: el Observatorio del Libro y Lectura de Extremadura acaba de publicar su informe sobre hábitos de lectura. Afirma que el 85,2% de los extremeños lee en su tiempo libre. En cambio, el informe elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España sobre el mismo tema, sitúa la cifra por debajo del 50%, la más baja de España, contando incluso los lectores ocasionales, esos que compraron un libro al año y leyeron hasta la página cincuenta. Lo de menos es que nuestro observatorio admita como lector al que lee los resultados de la quiniela, lo importante es que contamos con el Instituto apropiado, que sabe bien lo que esperamos. Y si no tergiversa bien los datos, pues fuera, como ha hecho la vicepresidenta con la exjefa del CIS. Esta semana, tras la guerra de avales y primarias, queda el "resultado" de la huelga. ¿A quién habrán encargado los informes?