Ni fiestas ni grandes celebraciones. Galicia no está para alegrías. Las Navidades servirán a lo sumo para dar un respiro a los que han estado al pie del cañón desde el primer momento. Los marineros no salieron a la mar aprovechando que la gran mancha viaja hacia la Bretaña francesa y los pocos voluntarios que han renunciado a una Navidad hogareña para quedarse recogiendo fuel --unos 1.000, según las cofradías gallegas, 285, según las cifras oficiales--, limpiaron el día de Nochebuena pero el 25 les obligaron a parar. Solamente el Ejército mantiene casi al completo los más de 2.000 soldados que el ministro de Defensa, Federico Trillo, ha dejado desde hace días en las trincheras del chapapote.

"Hay algunos voluntarios que quieren seguir trabajando el día de Navidad, pero creo que les vamos a decir que no. Llevan ya muchos días y los coordinadores de los grupos no han parado en mes y medio. Es justo que descansen un día". Así explicaba el secretario de la cofradía de Lira, en Carnota (La Coruña), Emilio Louro, la situación de la zona donde más fuel hay para sacar. En Muxía, donde se han quedado unos 25 voluntarios, se daba el mismo caso. Algunos querían salir a faenar pero Protección Civil quería convencerlos de que no.

LA SOLIDARIDAD, PRIMERO

Todos mostraban su admiración por quienes han dejado de lado la comodidad de la familia para seguir desenfangando la costa. Louro no salía de su asombro cuando comprobó que el día de Nochebuena aún salían a las playas nada menos que 700 voluntarios. "Y no es que no tengan a nadie con quien pasar las fiestas", explicaba con admiración.

Andrés, por ejemplo, acaba de dejar a sus padres en León para trabajar de cocinero en la intendencia de los voluntarios de Carnota. Su lema es que "lo primero es lo primero". La solidaridad, antes que la fiesta. Francisco de Asís Pérez Ruiz, de Gijón, tiene a los suyos en Madrid, pero cree "que la familia siempre estará ahí", mientras que en las playas "sigue habiendo mucho trabajo, mucho por hacer".