Cuando parecía que las aguas estaban calmadas y los invitados preparando sus mejores galas para la boda de mañana, la duquesa de Alba ha querido sacarse la espinita de años de desaprobación y ha confesado públicamente que nadie de su entorno la apoyó cuando tomó la decisión de casarse con Alfonso Díez. Una oposición ya conocida entre su familia que ahora extiende a su entorno más cercano, aunque de nada ha servido ante la tozudez de la aristócrata, que se ha salido con la suya.

A escasas 48 horas de su boda, Cayetana Fitz-James Stuart se sincera en una entrevista concedida a la agencia EFE. Tras asegurar que se siente querida, desvela la soledad que le acompañó cuando comentó su intención de contraer matrimonio por tercera vez y con más de 80 años de edad.

Según explica, al principio solo encontró opiniones en contra y ni siquiera contó con el respaldo de sus amigas, por lo que tuvo que seguir ella sola con el proyecto de un nuevo enlace. Las opiniones han cambiado «cuando se han dado cuenta del calibre de hombre que es» Alfonso Diez, según la duquesa.

Y es que Cayetana ha luchado contra viento y marea para imponer su voluntad y sacar adelante esta relación de casi cuatro años. La diferencia de edad o el interés oportunista del novio han sido las críticas más repetidas. Finalmente, la aristócrata logró allanar el camino al altar cuando el novio firmó la renuncia a cualquier privilegio futuro y ella repartió en vida entre sus hijos la mayoría de su inmensa fortuna de inmuebles y tierras, una decisión de la que podría decirse que retrata el verdadero apego de su progenie a la Casa de Alba.

No obstante, el reparto tampoco parece haber gustado a todos, y hace pocos días, con unas desafortunadas referencias de Cayetana a su nuera Inka Martí («mentirosa, mala y envidiosa») saltaba a la luz el malestar de uno de sus hijos, Jacobo. Aunque él ha sido visto ya en Sevilla, parece que su mujer, la periodista no asistirá a la ceremonia en el Palacio de Dueñas, donde sí estarán sus hijos con sus exparejas y su amiga Carmen Tello, que será la madrina en detrimento de la hermana de Díez.

A sus casi 85 años y tras enviudar en dos ocasiones, la aristócrata se muestra optimista y convencida de que nunca es tarde para ser feliz, a la vez que opina que un matrimonio debe ser para siempre, aunque advierte: «Lógicamente, hay que pensarlo antes». En este sentido, reconoce su fe en el matrimonio y se confiesa «antidivorcio, antiaborto y anti todas esas atrocidades; soy católica y lo ejerzo». «Por eso me caso una tercera vez; por desgracia murieron mis dos maridos anteriores».

Se atreve incluso a dar la receta para que un matrimonio tenga éxito: «Comprensión, ayuda, compenetración, amor y muchas otras cosas». Más sintética se muestra al detallar los rasgos del tipo hombre que la atrae. «Que sea sincero», resume.