Si puede evitarlo, no vuele a Barajas con Iberia en los próximos días. El estreno de la nueva terminal resultó ayer un fiasco tan monumental que recordó los peores tiempos del caos aéreo de la terminal madrileña. Centenares de pasajeros se quedaron en tierra y decenas de vuelos salieron retrasados. Los nervios estuvieron tan a flor de piel que algunos incidentes estuvieron a un paso de derivar en enfrentamientos físicos.

Falló casi todo lo que podía fallar. Para empezar, el transporte entre las terminales. Desde primera hora de la mañana muchos pasajeros se dirigieron equivocadamente a las viejas instalaciones y cuando intentaron acceder a la flamante T-4 se encontraron con que los buses no pasaban con la frecuencia de tres minutos prometida e iban, además, llenos a rebosar. "Había que aguantar codazos y empellones para poder subir a uno", explicó un testigo.

Tras tardar entre 30 minutos y una hora para salvar los seis kilómetros que separan la T-4 de las antiguas instalaciones, los pasajeros se encontraban con otra sorpresa: los mostradores de facturación no funcionaban. Así se explica, por ejemplo, que Francine Duchamp, perdiera el vuelo de Miami de las 12 horas del mediodía pese a haber llegado a a las 8,15 de la mañana a Barajas. "Hemos estado tres horas en la cola y luego nos han dicho que el vuelo ya estaba cerrado", se lamentaba con lágrimas en los ojos.

DENUNCIA POR ESTAFA Jorgelina Esther Rodríguez, una psicóloga argentina que se había quedado sin su vuelo a Buenos Aires en parecidas circunstancias, recogió más de 20 de firmas con las que presentó en comisaría una "denuncia por estafa".

Teresa Barroso, una joven que fue a despedir a sus suegros que partían a Canarias también iba a visitar la comisaría. Además de perder el vuelo, su suegro "tropezó con un tablón de las obras y se magulló la pierna". "Lo peor es la desatención del personal de Iberia. A mí me han dicho que les dejara tranquilos, que no les agobiara", criticaba.

Los empleados andaban aún más estresados que los pasajeros. Las tripulaciones, por ejemplo, se quedaron sin transporte y tuvieron que cambiar de avión andando por la terminales, lo que provocó retrasos cada vez más abultados que afectaron especialmente al puente aéreo.

MALETAS PERDIDAS Los primeros pasajeros en llegar a la nueva terminal por vía aérea tuvieron que esperar más de una hora en el avión porque no había jardineras y otro grupo se quedó encerrado en una pasarela de embarque. Las lista de incidentes sería interminable y quizás las razones también. Un portavoz de Iberia sólo reconoció "un corte de luz que dejó inoperativos" a una quincena de mostradores de facturación. Pero los empleados contaban otras cosas a los pasajeros. "Dicen que se les cae el sistema informático cada dos por tres", contaba uno. "Parte de los empleados de tierra están en huelga", añadía otro.

Un alto cargo de la compañía que prefirió permanecer en el anonimato atribuyó los problemas a "las presiones del ministerio de Fomento por inaugurar como fuera en la fecha prevista". La titular de este departamento, Magdalena Alvarez, reconoció tan sólo "algunos problemas menores", ya "solucionados" y consideró que las cosas habían ido "razonablemente bien".