El número de casos confirmados de covid-19 en China se elevó ayer a 59.804, después de que un nuevo método de contabilización agregara 13.000 casos anteriores al registro. Los fallecidos por la enfermedad eran ayer 1.369, todos en territorio chino excepto uno en Filipinas y otro en Japón, país este último que confirmó ayer la primera muerte por el nuevo coronavirus.

Así lo explicó el jefe de emergencias sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Mike Ryan, en una rueda de prensa. «No estamos tratando con un pico de nuevos 14.840 casos y 254 muertes en un día», precisó Ryan. La aclaración inmediata, que achacó las cifras a un nuevo criterio de contabilidad, mitigó la confusión y el pavor iniciales: el cuadro no es tan trágico como sugerían las cifras matutinas, pero los pronósticos de un final cercano se antojan aún optimistas.

Los nuevas reglas amplían los supuestos de «casos confirmados». A partir de ahora basta el diagnóstico médico y las tomografías pulmonares para que el paciente que muestra síntomas de una neumonía engrose las listas oficiales del coronavirus. También cuentan como víctimas aquellos que murieron sin que llegara la confirmación científica. Hasta ahora era preceptivo que lo acreditara el kit de ácido nucleico. Ese procedimiento burocrático, aprobado tras la crisis del SARS, priorizaba el rigor sobre la urgencia: requiere el envío de la muestra a Pekín y el resultado se demora hasta una semana. La magnitud de la epidemia lo ha desbordado.

El déficit de kits en los hospitales ha devuelto a sus domicilios a muchos pacientes y se espera que la nueva discrecionalidad de los médicos para emitir los diagnósticos permita que todos sean tratados al momento. El método agilizará la respuesta y mejorará la fiabilidad de las tabulaciones después de que algunos expertos deslizaran que muchos casos escapaban de la estadística.

«La escala de la propagación no había sido calculada con exactitud. De acuerdo a los estudios de diferentes fuentes, el número potencial de infectados en Hubei podría ser muy grande», aclaró Chen Yixin, jefe del equipo enviado desde Pekín para luchar contra la epidemia y la ineptitud de los mandos regionales. Chen les advirtió de que el partido fiscalizará su actuación durante la crisis.

El giro contable, muy probablemente impuesto por Chen, fue alabado por la OMS. «Cuando una situación evoluciona, tienes que cambiar la definición para asegurarte de que monitorizas la enfermedad con mayor exactitud. Y eso es lo que han hecho: cambiar la definición para incorporar más casos e integrar también a los asintomáticos o con síntomas leves», dijo Sylvie Briand, directora del Departamento de Gestión de Enfermedades Infecciosas. China lidia con una epidemia con zonas aún oscuras que obliga a amoldarse a su evolución.

Las cifras revelan los efectos de la cuarentena impuesta sobre más de 50 millones de habitantes de Hubei. El covid-19 mantiene su fortaleza en esa provincia, que concentra el 82% de los contagios y el 96% de las muertes. Las infecciones en el resto de China, en cambio, han caído a la mitad en una semana. La mortalidad en Hubei alcanza el 3,1%, mientras fuera es del 0,4%.

ALUD DE DESPIDOS / Jiang Chaoliang y Ma Guoqiang, líderes del Partido Comunista de la provincia de Hubei y de su capital, Wuhan, se daban por amortizados desde que Pekín aireó su inutilidad en los albores de la crisis sanitaria, unos días en los que se minimizó la gravedad de la epidemia. El castigo es un baile de sillas con los mandatarios locales dejando su sitio al núcleo duro del presidente, Xi Jinping. Jiang, el mayor damnificado por la limpieza actual, será relevado en la jefatura provincial por Ying Yong, hasta ahora alcalde de Shanghái. A Ma lo sustituirá Wang Zhonlin, que viajará de Jinan a Wuhan.