Lo había denunciado por malos tratos, había iniciado los trámites de separación hacía meses y hasta había una orden de alejamiento, pero Rosa M. G., de 25 años, aún seguía viéndose con su pareja y acudió el viernes a la fatídica cita con Francisco José N. A. en la que acabó perdiendo la vida. Los padres del joven, conocedores de su carácter violento, avisaron a la policía de que su hijo podría estar relacionado con la desaparición de la mujer. Poco después de ser detenido, confesó y mostró dónde estaba el cadáver. Es la octava víctima de la violencia sexista en el 2005.

Los hechos se produjeron el pasado viernes en un descampado entre la barriada de Fátima y las vías del AVE, cercano al domicilio donde Rosa residía junto a su hijo --fruto de una relación anterior-- y unas compañeras. Según las primeras investigaciones, la joven acudió voluntariamente al encuentro de su expareja, con el que convivió durante 22 meses y al que abandonó el año pasado.

El joven insistía en retomar la relación, por lo que se veían con asiduidad. Todo apunta a que, tras una nueva discusión, Francisco, también de 25 años, golpeó a su antigua compañera con una piedra hasta provocarle la muerte. El agresor le causó además heridas con un cuchillo y dejó el cuerpo semioculto.

La madre de Rosa puso ese mismo día una denuncia extrañada por la ausencia de la joven, y fueron los padres de él quienes alertaron a la policía sobre la posible implicación de su hijo. Francisco, que se había mostrado muy colaborador para localizar a la muchacha, fue detenido el domingo. Apenas dos días después se confesó autor de la muerte de Rosa y relató dónde y cómo se había producido la agresión. La policía localizó el cuerpo sin vida de la joven a las dos de la madrugada de ayer. Tanto la Subdelegación del Gobierno como personas cercanas a la familia coinciden en señalar a Francisco como alguien muy conflictivo.