Degollada por su padre en el suelo de su dormitorio y enterrada en el huerto de la casa, al final de una corta vida marcada por el desarraigo de la emigración y la soledad de abrirse un camino en occidente. La culpa de Hina Saleem, de 20 años, ha sido tener un novio italiano, cuando su familia le había prometido en matrimonio a un primo del lejano Pakistán. El progenitor fue detenido ayer, junto con su cuñado, tras dos días desaparecidos, acusados de asesinar a la joven.

Hina era una chica de ojos negros y sonrientes, que alternaba el velo con los vaqueros y el ombligo a la vista. Combinaba el trabajo en la pizzería Antica India, a la vista de los hombres, con las tradiciones de su familia. Dos vidas paralelas, que han provocado un cortocircuito. La joven acabó su existencia el pasado fin de semana en Sarezzo La detención de sus familiares se produjo tras una precipitada fuga del domicilio, después de que los carabineros hubiesen llamado preguntando por ella.

El novio de Hina, Giuseppe T., carpintero de 33 años, había alertado a la policía porque su pareja ya había recibido varias amenazas. En el pasado, Hina incluso había denunciado a su padre, acusándole de golpes y de un intento de violencia sexual, pero cada vez retiraba la denuncia, a cambio de más libertad.