"Los partidarios de la eutanasia le dirán que hacer morir de hambre y sed a una persona con daños cerebrales no causa dolor. Yo he sido testimonio de este tipo de ejecución y le puedo asegurar que es falso". Bob Schindler, padre de la estadounidense Terri Schiavo, desconectada en marzo del 2005 de la máquina que la mantuvo en estado vegetativo 15 años, escribió estas líneas en una carta que remitió al padre de Eluana con el propósito de convencerle para que pidiera que volvieran a alimentar a su hija y evitar así su muerte.

La diferencia de pareceres entre una familia y otra es evidente. A Terri se le aplicó la eutanasia después de que su marido, Michael Schiavo, lo reivindicara durante siete años pese a la oposición de sus padres. En el caso de Eluana fueron sus padres quienes emprendieron la batalla para que los médicos la ayudaran.

Schindler le insistió a Englaro que se trata de la muerte "más dolorosa que un ser humano pueda experimentar. Es es la razón por la que se lleva a cabo en la más estricta reserva".