Los padres de la reforma de la ley del tabaco, que prohíbe fumar desde el 2 de enero en los lugares públicos cerrados, rechazaron ayer una modificación de la norma porque supondría debilitarla, pero añadieron que en casos con el del musical Hair la normativa debe aplicarse con "sensibilidad", "sensatez" y "sentido común". Es decir, la vista gorda. No obstante, la portavoz del PSOE, Pilar Grande, advirtió de que corresponde a la Generalitat tomar la decisión y recordó, en línea con la ministra de Sanidad, Leire Pajín, que la ley dice que no se puede fumar en un escenario cerrado, que además es un lugar de trabajo, y que la mejor manera de cumplirla en el teatro es utilizar fórmulas que permiten simular que se fuma.

Para Gaspar Llamazares, presidente de la comisión de Sanidad del Congreso, en el caso del Apolo y similares hay que aplicar la ley con flexibilidad. "Hay que ser dúctil en el ámbito artístico si no se aprecia una clara voluntad de vulnerar la normativa".

"Aunque hay alternativas que no sean de tabaco o hierbas, como los cigarrillos electrónicos, se puede fumar un pitillo en escena sin incumplir la ley", defendió Conxita Tarruella, portavoz de CiU y partidaria de no sancionar a Hair. "No es lo mismo --explicó la diputada convergente-- fumar cinco minutos en una obra, que no perjudica a nadie, que fumar durante toda la función. No hay que sacar las cosas de contexto. Los radicalismos nunca son buenos".

"La denuncia, el expediente y la amenaza de sanción son un exceso", opinó Santiago Cervera, ponente de la ley por el PP. Para él, lo que ha ocurrido con Hair es "absurdo", ya que se fuma dentro de un contexto y no se incumple el objetivo de la ley, que es impedir que los no fumadores se vean expuestos al humo. Los portavoces, incluido el del PSOE, coincidieron en que no es necesario hacer reglamentos que precisen las excepciones en espacios públicos cerrados, ya que no se pueden recoger todas las casuísticas y podrían ser recurridos y parar la ley.