Benedicto XVI surcó ayer la bahía de Sídney a bordo de un yate, recorrió los lugares históricos de la ciudad australiana, disfrutó de los cánticos de 43 ancianos aborígenes y, en un enorme altar al aire libre, ante más de 100.000 jóvenes que le esperaban en una explanada, hizo un recuento de "las cicatrices del planeta" causadas por el "insaciable consumismo". "Algo no anda bien en este mundo", dijo el Papa, quien citó los daños al medioambiente, pero, en un mensaje mucho más enfocado al auditorio que estos días atiende a la Jornada Mundial de la Juventud, habló de los daños al ser humano: "El alcohol, las drogas, la exaltación de la violencia y la degradación sexual".

Todos estos vicios, continuó Ratzinger en su intervención, aparecen presentados "a menudo como un entretenimiento en la televisión y en internet". "Me pregunto si puede uno estar cara a cara con alguien que ha sufrido abusos sexuales y explicarle que esa tragedia, en el mundo virtual, es considerada como un mero entretenimiento", añadió.

EL PERDON Poco antes de su breve discurso, durante la reunión matutina que mantuvo con dirigentes australianos, el Pontífice alabó a las autoridades del país por haber reconocido las injusticias que se perpetraron en el pasado contra los aborígenes. El ya ha anunciado que en los próximos días también pedirá perdón por los abusos sexuales en Australia cometidos por miembros de la Iglesia católica.