Lo toman o lo dejan. De forma un tanto frívola, la expresión resume el tono de la oferta que ayer hizo el Vaticano a los seguidores del cismático arzobispo Marcel Lefebvre, después de un encuentro de dos horas y media que debería ser definitivo. Los delegados del Papa en la negociación pidieron una respuesta rápida. El comunicado sobre el encuentro dice que se entregó a los lefebvrianos un "preámbulo doctrinal" que deben aceptar como condición para alcanzar una "solución", que consistiría en concederles una diócesis personal internacional, y no territorial, o sea, un estatuto propio al estilo del que goza el Opus Dei.

El encuentro fue el noveno y último mantenido entre los lefebvrianos y el Vaticano para intentar acercar posturas después del cisma de 1988. En aquel año, Juan Pablo II excomulgó a Lefebvre, fallecido en 1991, y a sus seguidores por haber consagrado a cuatro obispos sin autorización. En el 2009 Benedicto XVI levantó la excomunión como prueba de buena voluntad hacia una comunidad de unas 200.000 personas. El "preámbulo" que los lefebvrianos tienen que reconocer enuncia "algunos principios doctrinales y unos criterios de interpretación de la doctrina católica necesarios para garantizar la fidelidad al magisterio de la iglesia".