En una afirmación de la que no quiso aclarar su significado, el papa Francisco explicó, a bordo del avión con el que viaja de visita oficial a Marruecos, que le «gustaría» ir a España, pero que lo hará «cuando haya paz». La frase causó de inmediato sorpresa y, preguntado por los periodistas presentes sobre qué pretendía decir con ello, con una sonrisa reconoció que estaba hablando «de manera críptica». Y no dio más detalles.

La cuestión se suscitó cuando una periodista española de la cadena Cope le entregó una carta-dibujo en nombre de varios presos de la cárcel de Castellón que le pedían que los visitara. Fue entonces cuando Francisco manifestó que le gustaría ir a España y, de paso, mandó un saludo a toda la población carcelaria del país.

El Papa aceptó más preguntas, pero fue corto en sus respuestas. Por ejemplo, interrogado por la valla que separa Ceuta y Melilla de Marruecos para evitar la entrada de inmigración, sencillamente agachó la cabeza y dijo: «Es muy duro, es muy duro».

Tampoco quiso aclarar si entre sus planes, ya sobre el calendario, figura una visita oficial a su Argentina natal. «Veremos si puedo ir pronto», se limitó a responder. De nuevo, brevedad.

EL BESAMANOS QUE SE HIZO VIRAL / Por otra parte, dio también una respuesta inesperada a la escena que esta semana él mismo ha protagonizado, en la que retiraba la mano cuando los fieles pretendían besarle el anillo. Explicó que esa reacción que tuvo, que se convirtió en un video viral, no es por él, sino precisamente «por los fieles».

Subrayó que ese acto del besamanos le deja la mano «totalmente mojada» y que no quiere así convertirse en un agente transmisor de gérmenes.

Lo cierto es que la actitud del papa Francisco sorprendió a los participantes en este ritual y la situación que se generó (que terminó con tintes cómicos) ha corrido como la pólvora por las redes sociales.