El papa Francisco reprendió el martes visiblemente molesto, con cara de enfado y un manotazo a una mujer que le había agarrado bruscamente de la mano y le empujaba hacia ella, mientras saludaba a los fieles en su visita a la plaza de San Pedro tras oficiar la última misa del año. La imagen, difundida en todo el mundo, provocó tal revuelo que ayer el Pontífice se disculpó públicamente por «perder la paciencia» con fieles demasiado ansiosos.

La mujer, de rasgos asiáticos, estaba junto al resto de fieles tras las barreras de seguridad de la plaza y cuando el Papa pasó frente a ella, lo agarró de la mano y lo atrajo hacia ella. Francisco trató inmediatamente de zafarse y, tras lograrlo, le golpeó la mano en señal de reprimenda, visiblemente irritado, mientras sus agentes de seguridad se acercaban en su ayuda, aunque no tuvieron que intervenir.

El encontronazo se produjo en la plaza de San Pedro del Vaticano, adonde el Pontífice argentino llegó para visitar el árbol y el pesebre instalados durante el periodo navideño. Los hechos sucedieron instantes después de oficiar la última misa del año.

Ayer, un día después, el Papa se arrepintió del feo gesto, justo antes de la oración del Ángelus. «Muchas veces perdemos la paciencia. A mí también me pasa. Pido disculpas por el mal ejemplo dado», dijo el líder de la Iglesia católica, desde una ventana del Palacio Apostólico.

Francisco también condenó ayer con firmeza la violencia, la humillación y las ofensas que sufren con frecuencia las mujeres y dijo que el trato hacia ellas mide el nivel de humanidad. «Las mujeres son fuente de vida. Sin embargo, son continuamente ofendidas, golpeadas, violadas, inducidas a prostituirse y a eliminar la vida que llevan en el vientre. Toda violencia infligida a la mujer es una profanación de Dios, nacido de una mujer», dijo.