El Papa imploró ayer a Dios que salve al hombre de las guerras y de los conflictos armados que devastan enteras regiones del mundo, así como de la plaga del terrorismo y de la violencia contra los débiles e inermes.

El Pontífice dijo también que aunque la paz es difícil, es posible y por tanto un deber alcanzarla, sobre todo en Oriente Medio.

Juan Pablo II hizo estas peticiones en su tradicional Mensaje de Navidad, que leyó desde del atrio de la plaza de San Pedro, donde fueron reforzadas las medidas de seguridad ante el temor a eventuales atentados de matriz islámica.

Estaba previsto que lo leyera desde el balcón central de la basílica, pero el Obispo de Roma optó por el atrio para estar más cerca de las varias decenas de miles de fieles presentes.

En una mañana soleada pero fría, Juan Pablo II dijo que Jesús es el único Salvador de la humanidad y que por ello en estos momentos, en los que demasiada sangre sigue derramándose por la tierra hay que pedirle que "nos salve".

LA PETICION "Sálvanos de los grandes males que afligen a la humanidad al inicio del tercer milenio. Sálvanos de las guerras y de los conflictos armados que devastan regiones enteras del globo, sálvanos de la plaga del terrorismo y de tantas formas de violencia que torturan a personas débiles e inermes", imploró.

Aunque con aspecto cansado y teniendo que hacer pausas, el anciano Papa leyó todo el discurso y la felicitación navideña en 62 idiomas. Le costó, pero sacando fuerzas de flaqueza, lo logró.

Con voz firme y clara, pidió a Dios que salve a los hombres para emprender los caminos de la paz, "ciertamente difíciles, pero posibles y por tanto obligados".

"Son caminos apremiantes, sobre todo en la tierra donde naciste tú, Príncipe de la Paz", agregó el Papa, demostrando una vez más que su pensamiento y su corazón está en Tierra Santa, donde la violencia no cesa y la espiral de odio y sangre parece no tener fin.

En un mensaje donde la palabra más repetida fue "paz", el Obispo de Roma expresó su alegría por el Nacimiento de Jesús y resaltó que naciendo en un pesebre Jesús se despojó de su gloria divina y se hizo pobre y que todo ello fue movido por su amor al hombre.