Más de un millón y medio de personas han seguido en el aeródromo de Cuatro Vientos la homilía pronunciada por el Papa en el que es el acto de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud. Benedicto XVI ha exhortado a los jóvenes a ejercer de misioneros ante el "individualismo predominante" en la sociedad.

El Pontífice ha llegado sobre las 09.15 horas al aeródromo y lo ha recorrido en papamóvil antes de dirigirse al altar, situado bajo un árbol para evitar el intenso calor. "El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios (...). A vosotros también os incumbe la extraordinaria tarea de ser discípulos y misioneros de Cristo en otras tierras y países donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes (...) y no se dejan seducir por falsas promesas de un estilo de vida sin Dios", ha afirmado el Papa en su mensaje a los jóvenes.

"No os guardéis a Cristo para vosotros mismos", ha añadido después de advertirles de que quien cae en la tentación de ir "por su cuenta" o de vivir la fe según la mentalidad individualista que predomina en la sociedad "corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesuscristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él".

Así, Benedicto XVI ha animado a los jóvenes a una "gozosa inserción" en parroquias, comunidades y movimientos y a participar en la Eucaristía de los domingos y en el sacramento del perdón y cultivar la oración. El Pontífice ha querido dejar claro en el "momento culminante de la JMJ" que la fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios. "Va más allá de los simples datos empíricos o históricos, y es capaz de captar el misterio de captar de la persona de Cristo en su profundidad", ha recalcado.

A la eucaristía han asistido los Reyes, el ministro de Fomento, José Blanco, en representación del Ejecutivo central junto con algunas autoridades de las distintas comunidades autónomas, además de una treintena de parlamentarios de diferentes grupos políticos. El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y miles de sacerdotes han concelebrado la misa.

Aunque todo estaba preparado para que los sacerdotes pudieran distribuir el sacramento de la comunión, esto no ha sido posible debido a los destrozos causados por el viento y la lluvia en las capillas donde se guardaban los sagrarios y en las que estaba previsto que se pudiera orar durante la vigilia nocturna.