La relevancia en la agenda de viajes del Papa que ha adquirido España --tras su paso por Madrid, en agosto, será el país que más ha visitado en sus más de seis años de pontificado-- no ha tenido reflejo en la política de nombramientos de Benedicto XVI en la cúpula de la Iglesia católica. A las puertas de la celebración, el sábado, del tercer consistorio de creación de cardenales de su mandato, en el que impondrá el birrete a 20 nuevos purpurados electores --ninguno de ellos español--, la presencia en el colegio cardenalicio de la Iglesia española va camino de seguir menguando.

Con las nuevas incorporaciones, el generalato católico contará con 122 integrantes con derecho a voto ante la eventual convocatoria de un cónclave para elegir al sucesor del Pontífice alemán. Unicamente cinco purpurados españoles (Antonio María Rouco, Carlos Amigo, Antonio Cañizares, Lluís Martínez Sistach y Agustín García-Gasco) podrían acceder en este supuesto al escenario del escrutinio, la capilla Sixtina, pero en febrero García-Gasco, antiguo arzobispo de Valencia, cumplirá 80 años y perderá ese privilegio. Entre los príncipes de la Iglesia que participaron en la elección de Ratzinger en el 2005 figuraron seis purpurados españoles.

Italia, que en aquella ocasión contó con 20 representantes, ha ganado influencia en el colegio cardenalicio y ahora dispondrá de 25 purpurados. EEUU (13 cardenales aunque dos de ellos están próximos a convertirse en eméritos) mantiene sus efectivos, al igual que la Iglesia alemana, que suma seis electores, los mismos que intervinieron en el cónclave. Incluso Francia, cuna del laicismo, ha mantenido su cuota.