Las grabaciones han descubierto que Banier también es beneficiario de la isla de Arros, que aumentaría el patrimonio del fotógrafo a 1.500 millones. Está prohibido sobrevolar este enclave de las Seychelles. Solo el avión de Bettencourt tiene permitido el acceso. Según la revista París Mach , los empleados (el mantenimiento cuesta 1,5 millones al año) recuerdan a Banier como un déspota caprichoso.