Pietro Parolin tomó ayer posesión del cargo de secretario de Estado del Vaticano, en sustitución del criticado Tarcisio Bertone, desde una cama de hospital, donde se restablece de "una pequeña operación", según dijo el papa Francisco. "Nada importante", añadió el portavoz papal, Federico Lombardi, aunque la ausencia del ya exnuncio en Venezuela podría constituir una metáfora de las venideras reformas de la cúpula católica, con las que la figura del secretario de Estado probablemente desaparezca o quede diluida.

Durante el traspaso de poderes, Bertone deseó a su sustituto que "llegue pronto a deshacer los nudos que aún impiden a la Iglesia ser, en Cristo, el corazón del mundo". Tras siete años al frente de la secretaría de Estado y al anunciar el Papa su relevo, Bertone calificó su última etapa, durante la que se produjo el escándalo Vatileaks, como de "cuervos y víboras". Benedicto XVI dimitió en medio de una lucha por el poder en la curia, que terminó en el cónclave con la elección de un pontífice extranjero.

Tres comisiones están trabajando en la renovación de la cúpula de la Iglesia. La más importante está integrada por ocho cardenales de todo el mundo que preparan una reforma global de la Santa Sede y del Estado del Vaticano. Informaciones no confirmadas apuntan a que la secretaría de Estado pasaría ser un "simple" apoyo del Papa.