Un veredicto esperado, un error policial inadmisible y un doble crimen, el de las niñas Jessica Chapman y Holly Hunter, que pudo haberse evitado. El caso de Soham, el pueblo inglés donde el pasado año fueron asesinadas las dos escolares de 10 años, quedó cerrado ayer con la condena del acusado, Ian Huntley, conserje del colegio, a cadena perpetua.

Después de cuatro días de deliberaciones, el jurado reunido en el tribunal londinense del Old Bailey decidió, por 11 votos a favor y uno en contra, que el conserje del colegio donde estudiaban las víctimas es culpable del asesinato de ambas. "Usted mató a las dos. Sólo usted sabe cómo y por qué. Hay pocos crímenes peores que el asesinato de esas dos niñas", afirmó el juez Moses al anunciar la sentencia, que fue recibida con un rumor de aprobación por el público presente en la sala.

La novia de Huntley, Maxime Carr, que había sido profesora auxiliar en la misma escuela, ha sido condenada a tres años y medio de prisión por obstruir la labor de la justicia. Carr, de 26 años, eludió una pena mucho más dura, al ser declarada inocente de la acusación de haber participado en los crímenes.

Tras la avalancha de pruebas forenses presentadas durante el juicio y las confesiones de Huntley, admitiendo que las niñas habían muerto "accidentalmente" en su domicilio, la sentencia no fue ninguna sorpresa.