TEtstá bien esto del informe Pisa. Como estudio sociológico, digo. Nos meten un varapalo como quiera y, en lugar de sentarnos a analizar y sugerir posibles cambios, todos nos alzamos en armas, políticos contra padres, padres contra profesores, etcétera. Unos, que el dinero no es lo importante, otros, que los profesores tienen demasiadas vacaciones; los más, que los padres no se implican, y así, mientras andamos enzarzados, la ministra puede decir alegremente que el vaso está medio lleno, no medio vacío, y que antes estábamos peor. ¿Antes de qué? ¿Del Neolítico o del Paleolítico? Lo único en lo que estamos de acuerdo es que el informe nos deja en evidencia, diga lo que diga la señora ministra. Mire usted, no se trata de ser los primeros, sino simplemente de ser. Estamos hablando de educación, no de automovilismo. Cualquier profesor le hubiera contado que nuestros alumnos leen poco, y encima no entienden lo poco que leen. Son buenos chicos, solo que no les interesan los libros, pero sí el móvil, el ordenador, y bajarse música de internet. En eso son maestros. No se trata de darles más ordenadores (ahí están los nuestros muertos de risa), sino de hacerles entender que un burro delante de una pantalla sigue siendo un burro, y que deben comprender no solo lo que ven sino también lo que leen, porque la flauta, como en la fábula, a veces suena por casualidad, pero no siempre. Claro que para eso hay que leerles la fábula del burro y la flauta, e implicarse todos, primero en casa, luego en clase, e incluirla con garbo en los planes de estudio, en lugar de tanta memez como nos hacen ustedes explicar.