TUtn cielo de ceniza y plomo trae de la mano a la noche. Pero incluso en noches como esta puede uno contemplar las estrellas con sólo asomar la cabeza por el balcón de casa. Los que no hayan estado nunca bajo este cielo extremeño y conozcan de nosotros sólo por las cosas que salen en la caja tonta tendrán la impresión de que somos la cantera de donde se nutren de extras las películas de Torrente, que nuestros hijos van a la escuela con la tiza y el carcabón, que circulamos entre despeñaderos asilvestrados por donde de vez en cuando una serrana le alegra la tarde al señor marqués. Cosas así. Porque cada vez que nombran Extremadura en un programa nacional es como para echarse a temblar, un viaje al pasado y al esperpento, como si por aquí no hubiera Centros de Cirugía de Mínima Invasión, ni universidades, como si por aquí no existieran Landeros ni Pablos Guerreros ni Eugenios Fuentes o Alonsos Guerreros, Adalides y Lucías González en los que fijarse. Nos señalan con el dedo porque a unos novatos del alcohol les dio por empalar a Platero . Como si el resto de España no tuviera sus propios bobos y desalmados. Entiendo que esto del burro ha sido una salvajada, pero no me digan que no tiene su punto de humor que un país donde la fiesta nacional consiste en matar animales metiéndoles hierros por el cuerpo se haya escandalizado tanto por la burrada de unos críos. Después de todo, los niños, lo que ven en casa. Tenemos nuestra ración de botarates, pero no más que en otras regiones. Se queja Pujol de que ningún catalán ha presidido el Gobierno español desde Prim , pero es que a nosotros nos han privado hasta de un Prim. Encasillados en el papel del tarado en Los Santos Inocentes , sólo nos apuntan con las cámaras para que digamos aquello de milana bonita.