El 10 de agosto del 2010, en plena noche austral, una vaguada situada en la Antártida, cerca del llamado Domo Argus o Domo A, registró una temperatura de -93,2 grados, según una estimación calculada a partir de datos obtenidos por satélites de la NASA. Nunca se había observado un frío similar en el conjunto de la Tierra.

El récord no será reconocido porque no fue obtenido con un termómetro situado en el interior de una garita a dos metros de altitud sobre el suelo, tal como establece la Organización Meteorológica Mundial (OMM), pero ha llenado de argumentos a quienes sostenían que el polo del frío no se encuentra junto a la estación rusa Vostok, como figura en todos los manuales, sino en una región situada a una altura superior y más lejos del mar. Concretamente, en una cordillera con alturas cercanas a 4.000 metros que se alza a caballo de los Domo A y Domo F, dos promontorios de la Meseta Antártica del Este. En Vostok, una base científica habitada permanentemente, se alcanzaron -89,2 grados el 21 de julio de 1983. Y hasta que nadie diga lo contrario, seguirá siendo el récord oficial.

Los satélites de la NASA obtuvieron registros similares en la misma zona en los inviernos de 1997, 2001, 2003 y 2004, lo que descarta un error de interpretación, pero garantizar el resultado es difícil porque no hay estaciones que permitan comparar si los días señalados fueron efectivamente tan fríos. "Le diría a Guinness que no coloque el dato en su libro de récords porque pienso que próximamente lo vamos a ajustar aún másO, dijo Ted Scambos, científico jefe del Centro del Hielo y la Nieve de EEUU, al presentar el registro de los -93 grados en el reciente congreso de la Unión Geofísica Americana. "Sin embargo --añadió--, estoy seguro de que ya sabemos dónde están los lugares más fríos del planetaO. Algunas estimaciones sostienen que podría llegarse a -100 grados.

Sensores por infrarrojos

Los científicos hicieron el descubrimiento al analizar unos mapas obtenidos durante los últimos 32 años por diversos satélites, incluyendo el nuevo Landsat 8, proyecto conjunto de la NASA y el Servicio Geológico de EEUU (USGS). Los equipos de visión infrarroja que llevan a bordo permiten inferir la temperatura desde la distancia. De la misma manera, el sensor Modis del satélite Aqua calculó en el 2005 que un paraje del desierto de Lut, en el suroeste de Irán, había registrado una temperatura de 70,7 grados. Tampoco fue acreditado como récord.

Scambos y su equipo detectaron en primer lugar temperaturas extremadamente frías en un tramo de casi 1.000 kilómetros situado en las partes más altas de la cordillera. Sin embargo, la gran sorpresa surgió cuando, gracias a la mayor resolución del TIRS, sensor infrarrojo térmico a bordo del Landsat 8, se observó que en las hondonadas se medían temperaturas aún más extremas.

Los investigadores creen haber dado con el proceso que justifica este comportamiento. En los días despejados y con poca humedad, que son la norma en la Antártida, el terreno se enfría a medida que irradia su calor remanente al espacio. Como explica la NASA en un comunicado, ello crea una capa de aire frío por encima de la superficie de la nieve y el hielo. "Esta capa es más densa que el aire relativamente más caliente que hay sobre ella --prosigue--, lo que hace que se deslice por la pendiente poco profunda de estas vaguadas, donde queda atrapado y el enfriamiento continúaO.

Ahora, los aficionados a los récords aguardan con expectación datos de una estación automática que China colocó en el 2009 en la zona de Kunlum, muy cerca del Domo A, y que se encuentra a 4.093 metros sobre el nivel del mar. El año pasado registró -82 grados, mientras que en la misma fecha Vostok se quedaba en -79 grados.

Los pueblos rusos de Verjoyansk y Oimiakon, situados en la república de Sajá o Yakutia, compiten como el lugar habitado más frío de la Tierra, ambos con -67,8 grados. La temperatura se obtuvo en años remotos --en 1892 y 1933, respectivamente--, pero nada invita a la sospecha si se tiene en cuenta que prácticamente todos los años se superan los -55O. En cambio, fruto de su continentalidad extrema, ambos acreditan en julio temperaturas superiores a los 34O, lo que supone una amplitud térmica anual cercana a los 90 grados.