Imagina una ciudad dormitorio de la España próspera. Imagina barrios completos de esa ciudad poblados por bloques de pisos y también pequeños adosados con sus coches bien aparcados todos en fila en la puerta. Imagina esas familias de clase trabajadora que, con mucho esfuerzo, construyen una vida que ahora se esfuma. Una vida cómoda con su semana de vacaciones en la playa y con algunas tardes de compras en el centro comercial cercano al barrio. Una vida de calefacción sin contar las horas en invierno. Vidas marcadas por una rutina de oficina y horarios que ahora muchos añoran. Pues bien. Piensa ahora en una mujer con la mirada clavada en el suelo tirando de un carro de la compra vacío y desgastado. Y detrás de ella otra mujer, y otra y otra más. Todas mujeres. Todas con la mirada fija en el suelo y el paso firme en la misma dirección. El lugar al que se dirigen está situado junto a una boca de metro construida durante la época de vacas gordas, con su media bóveda de cristal tan reluciente hace no tanto. Van al edificio de la Cruz Roja, que en esta ciudad dormitorio reparte alimento tres mañanas a la semana. Jesús, Antonio, Julián y Emilio son los encargados de llenar los carros. Son jubilados que, en la etapa final de su vida, han decidido dar un último empujón a un país que se desangra. Las bromas sobre el estado de la política nacional se entremezclan con las historias de la gente de su barrio, la que ahora acude allí para poder terminar el mes dando comida a sus hijos. Gracias a ellos el almacén mantiene un orden germánico. A la derecha el arroz, más allá las legumbres y al fondo decenas de potitos para bebé. A todo el que llega allí se le hace una ficha y un seguimiento.

XEL ALIMENTOx va acompañado de pomadas para el alma, para recuperar la autoestima de quien cree haber fracasado en un cometido vital: mantener a su propia familia. Se les inscribe en cursos de formación que reciben allí mismo. Se les enseña a afrontar una entrevista de trabajo, a buscarla, a pelearla... A salir de casa si es que todavía se tiene. La mañana fría de este otoño no parece sentirse dentro del recinto contiguo. Son dos salas pequeñas y cálidas que se han convertido en una preciosa guardería. Al principio recibían pocos niños, pero ahora suman más de 20. Al principio se quedaban allí un rato mientras sus padres buscaban una segunda oportunidad para la vida. Pero ahora la Cruz Roja ha tenido que asumir su mantenimiento. Detectaron que muchos de ellos llegaban con el estómago vacío y con la ropa repetida días y días. Bebés marcados por esta maldita crisis. En ese lugar, en todo el año pasado atendieron a 6.000 personas. En este 2013 ya han superado esa cifra y queda lo peor, los tres meses de invierno. Imagina ahora ese lugar multiplicado y repartido por toda España. Imagina allí ese titular que reza: España deja atrás la recesión.