TDticen las encuestas que la gran preocupación de los españoles es el terrorismo y la crisis económica. Yo no digo ni que sí ni que no, pero será sólo si tomamos a los españoles a granel y como abstracción, porque, lo que es al menudeo, en cuanto concretas con un español, no tarda ni dos minutos en confesarte que su verdadera preocupación es el paso del tiempo. Envejecer y morir, eso sí que es para preocuparse. Y como dices un español dices cualquier tipo sensato del mundo. Stephen Smith ha ganado veinticinco millones de euros en la lotería pero está dispuesto a entregar hasta el último penique a cambio de que le curen una enfermedad mortal que se le ha alojado en los vasos sanguíneos. Mirarte al espejo y descubrir en tus carnes una sucesión de difuntos es cosa bien triste. Si en vez de cuatrocientos euros Zapatero pudiera devolvernos cuatrocientos días con sus cuatrocientas noches, acababa con el absentismo electoral. Una vieja zarzuela dice que no se compra con el oro la juventud ni el amor, pero afortunadamente hoy sí se compra, basta ver a Sarkozy . Lo que no se compra es justo lo que más importa, detener el paso del tiempo. En su defecto, un científico español ha encontrado por azar el modo de reavivar la memoria, que es el método más asequible de vivir dos veces. Aunque hay ocasiones en las que meter los dedos en la ceniza de los días puede darte un disgusto. Acaso sea eso lo que le ocurrió al piloto de Air Canada cuando en pleno vuelo perdió la cabeza y se puso a gritar que quería hablar con Dios. Cosas peores se han visto. A Nietzsche le dio por besar a un mulo. Por supuesto, Dios no compareció. Tendría otras preocupaciones.