Primero los pepinos, luego los brotes de soja, ¿qué será lo siguiente?", se preguntaba ayer por la tarde la prensa alemana, y por ende muchos alemanes, poco después de que las autoridades de Baja Sajonia, las mismas que un día antes apuntaron con ±importante certezaO a una plantación de brotes de soja como origen de la infección letal causada por la bacteria E. coli, comenzaran a descartar públicamente su hipótesis. En concreto, el Ministerio de Agricultura de este estado reconoció que han dado negativo las 23 muestras de brotes de soja sospechosos de haber provocado la contaminación hasta ahora analizados. Ni rastro de la bacteria. Según fuentes del departamento, los resultados de los análisis de las 17 muestras restantes provenientes de la explotación señalada, situada en la localidad de lzen, no se conocerán a corto plazo.

Alemania, pues, dio un nuevo palo de ciego en su búsqueda del origen de la epidemia, que ha causado ya la muerte de al menos 22 personas en el país y de una en Suecia. De hecho, si el pasado jueves la ministra federal de Agricultura, Ilse Aigner, reconoció tras descartarse los pepinos españoles como fuente de la contaminación que las autoridades volvían a empezar "de cero", ayer podría haber reiterado esta expresión a tenor de los inexistentes avances de la investigación.

PRODUCTOS DESACONSEJADOS En una comparecencia tras conocerse la inocencia de 23 muestras de brotes de soja, Aigner, lejos de lanzar un mensaje de calma a la inquieta población alemana, aseguró que "el consumo de brotes germinados, tomates, ensaladas y pepinos está desaconsejado mientras no se aclaren por completo las sospechas". Y es que, aunque Aigner aseguró que este caso es de alta prioridad y que se trabajan las 24 horas del día para hallar la causa de la infección, reconoció que Alemania sigue sin identificar el foco de la infección, de ahí que siga el veto de los alimentos verdes.

Mientras tanto, no solo sigue el rechazo de numerosos alemanes al pepino español, sino que la plantación de germinados donde pareció detectarse el origen de la E. coli permanece cerrada e importantes cadenas de supermercados ya han retirado de sus estantes cualquier producto parecido a la soja, más que por el miedo a la bacteria, por el rechazo de la mayoría de los clientes.

Un rechazo en el que se asientan los problemas de muchos agricultores y que, a pesar de la dificultad científica para encontrar el origen y una solución a la epidemia, encuentra también su base en la incapacidad de las autoridades alemanas (tanto regionales como centrales) para trazar una línea a seguir en esta crisis.

La descoordinación entre las diferentes autoridades ha provocado (además de las criticadas rectificaciones) que los efectos negativos de la E. coli hayan rebasado la salud de miles de personas y se hayan expandido por toda la cadena del sector hortofrutícula, desde el campo hasta la mesa, y tanto dentro como fuera de las fronteras alemanas.

EN AUMENTO "¿Qué podemos comer?", se preguntaba ayer el semanario Der Spiegel, junto a una foto de un apesadumbrado Daniel Bahr, el ministro de Salud, que con poco más de un mes en el cargo está en el punto de mira por ser, en última instancia, el responsable nacional del sistema de sanitario. Un sistema que está saturado a causa de la bacteria, sobre todo en el norte del país. Mientras el número de afectados sigue aumentando (ya hay más de 2.700 casos entre infectados y sospechosos), algunos expertos creen que nunca se dará con el foco de la bacteria.

La E. coli ha llegado también a la esfera política y la oposición censura la gestión del Gobierno.