Ayer los toreros estuvieron muy por encima de una corrida enormemente deslucida. Ese es el consuelo que cabe y esa circunstancia es lo más positivo de lo que sucedió en el ruedo emeritense, con el final feliz de la salida a hombros del más joven del cuarteto: Julio Parejo.

Si bien lo que procede del encaste Guateles da más bien poca cara y suele ser terciado, hay que señalar en primer lugar que la corrida de Arcadio Albarrán fue muy chica, con la excepción del séptimo toro. Pero lo peor fue su comportamiento: mansedumbre sin excepción y descastamiento a raudales. El paradigma fue el sexto de la que ya era noche, que se echó antes de que Miguelín Murillo montara la espada, sencillamente porque se acobardó.

Abrió plaza un toro que, como toda la corrida, no se dejó torear a la verónica. Era un animal con las fuerzas menos que justas, lo que le hacía defenderse. Tenía medias arrancadas y con él Javier Solís estuvo muy voluntarioso. Paseó la primera oreja del festejo.

El quinto, un manso de libro, fue muy mal picado con un infame puyazo muy trasero. Fue un marmolillo, agarrado al piso y negándose a embestir. No tuvo un pase y Solís no tuvo más remedio que abreviar.

Poco pudo hacer ante el primero de su lote Miguelín Murillo con el capote. Sin embargo cuajó un gran tercio de banderillas, clavando en la cara dos pares por el pitón derecho, con ajuste y verdad, y un tercero por los adentros. En la muleta tenía el astado medias arrancadas y Miguelín se justificó, al final en la corta distancia. Trofeo para el torero local. Ante el sexto volvió a lucir Murillo en banderillas pero nada más pudo hacer. Israel Lancho completó al final la que iba a ser una terna y sorteó en primer lugar un toro algo más prometedor, al que hizo un quite por gaoneras sin enmendarse. Pero era un espejismo pues en la muleta pronto se acabó el astado, lo que propició que el torero llevara a cabo su toreo de cercanías. Tras pinchazo y media, cortó una oreja. El séptimo tampoco se desplazaba y Lancho, también en corto, logró algunos pases sin que el animal permitiera que tuvieran continuidad. Hubo petición que no atendió el presidente.

Julio Parejo crece como torero. Como sus compañeros, merece más oportunidades, y ayer aprovechó la que tuvo. En su lote entró en primer lugar un toro que, sin ser un dechado de virtudes, medio iba y venía. Dando tiempos entre las series, logró el torero tandas corriendo la mano con limpieza. Dejaba la muleta puesta y en algunas fases de la faena hubo ligazón. El octavo embestía con desgana pero el torero quería redondear su actuación. El de Badajoz lo entendió bien en cuanto a distancias, atacándole y molestándole lo justo, dejando detalles de buen gusto en los remates. Cortó una oreja, que sumada a la del toro anterior le abrió la puerta grande.

Era lo positivo de una feria a la deriva. Un serial reducido ya este año a una sola corrida, que a punto estuvo de suspenderse. Llovió en Mérida el día anterior, pero donde al parecer había diluviado por la mañana era en la taquilla. Qué fácil es echar a los aficionados de las plazas de toros, y qué difícil va a ser volverlos a meter en ellas.