El invierno que finalizó ayer ha sido el cuarto más seco y el octavo más cálido de los últimos 39 años en Extremadura, una tendencia de menos lluvias y de clima más caluroso con respecto a lo habitual que también se espera para la primavera.

El delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Extremadura, Marcelino Núñez, informó de que las precipitaciones han alcanzado los 53 litros/m2, el 40% del valor esperado, debido a diciembre y febrero, que fueron «muy secos», aunque en enero tampoco llegó a la media.

Si se tiene en cuenta el último semestre también se puede hablar de un «déficit» de lluvias, advirtió, ya que aunque octubre y noviembre fueron algo más lluviosos, se vieron lastrados por el comportamiento del invierno.

Con respecto a las temperaturas, la media en el último trimestre fue de 9,2 grados, 0,7 grados sobre los valores normales para el invierno, por lo que se ha convertido en el octavo invierno más cálido de los 39 últimos años.

Diciembre fue «muy cálido» en comparación con lo habitual, subrayó Núñez, mientras que en enero y febrero tampoco se alcanzaron las temperaturas normales del periodo invernal. Estas circunstancias se deben a la habitual presencia del anticiclón durante los últimos meses, lo que también se refleja en el número de horas de sol registrado -614 en la provincia de Cáceres y 515 en Badajoz, un 133 y un 122%, superiores a lo habitual-.

Entre los hechos más significativos destacó algunas heladas, dos episodios de borrascas profundas -el 5 y 6 de marzo, que dejó vientos de 104 kilómetros por hora en Jerez y el 1 y 2 de febrero- y las abundantes nieblas.

Según las previsiones, marzo finalizará también siendo más seco y cálido de lo habitual, mientras que la primavera será en general, con la «prudencia» con la que se deben tomar estas predicciones, dijo Núñez, con precipitaciones por debajo de lo habitual y temperaturas más cálidas con respecto a la media.

Núñez explicó también que si se hace un análisis de los años transcurridos del siglo XXI, las temperaturas son cada vez más elevadas en el planeta y en Extremadura, fruto del calentamiento global.