El baile de placas tectónicas sigue castigando a Japón. La fuerte réplica del jueves afectó a tres centrales más. Su estado carece de gravedad elevada, si tomamos como patrón las cotidianas explosiones y fugas radiactivas de Fukushima. Pero los últimos incidentes devuelven la cuestión de si un país con un subsuelo tan inquieto debe salpicar su geografía de centrales nucleares, que se están mostrando más frágiles de lo esperado.

El foco ha girado momentáneamente de Fukushima a Onagawa, en la provincia nororiental de Miyagi. La compañía que la gestiona, diferente a la de Fukushima, ha confirmado que ha habido fugas de agua, al desbordarse las piscinas de los tres reactores que bañan las barras de combustible usadas. Más agua contaminada ha encharcado varias plantas de los edificios. La radiactividad ha aumentado en los reactores, pero no se ha detectado ningún incremento en el exterior, según la empresa.

Las alarmas se dispararon cuando, después de la última réplica, dejaron de funcionar los sistemas de refrigeración. Los operarios los restablecieron con la única de las tres líneas eléctricas que aún funciona. "Debido al temblor, se han detectado numerosas anomalías en los edificios de los reactores", explicó un responsable de la agencia nuclear japonesa. La central, que permanecía apagada desde el devastador seísmo del pasado 11 de marzo, se encuentra a apenas 20 kilómetros del epicentro de la última réplica.

Tanto la central de Higashidori como la de Rokkasho, ambas en la provincia de Aomori, han recurrido a los generadores de emergencia, tras perder el suministro de electricidad. La infausta central de Fukushima no resultó dañada, aunque todos los trabajadores fueron desalojados.

REPLICA DE 7,1 GRADOS Los últimos incidentes nucleares fueron provocados por la réplica más fuerte de aquel seísmo que, junto con el posterior tsunami, devastó el litoral nororiental el pasado mes. La réplica del jueves alcanzó la magnitud 7,1 en la escala de Richter y balanceó los edificios durante un minuto en Tokio, 400 kilómetros al sur. Al menos cuatro personas murieron y otras 132 resultaron heridas. Las víctimas son ancianos de las prefecturas de Miyagi y Yamagata.

China reprendió ayer por primera vez a Japón. Había mantenido hasta ahora un modélico silencio, teniendo en cuenta la proximidad geográfica, la rivalidad histórica y los conflictos diplomáticos causados por anteriores crisis alimentarias. Ayer pidió a Tokio que le envíe "con celeridad datos relevantes, certeros y completos". "Como vecinos, naturalmente estamos preocupados. Esperamos que Japón cumpla con el derecho internacional y cuide el medio marino", declaró el Ministerio de Exteriores. La gestión informativa de Tokio, insuficiente y confusa, ya había sido criticada por Corea del Sur y el Organismo Internacional de la Energía Atómica.