El almuerzo que ayer compartieron en el palacete Albéniz los Reyes, Juan Carlos y Sofía, Jordi Pujol y su esposa, Marta Ferrusola, y los duques de Palma fue un encuentro calificado de familiar por la Zarzuela, que puso de manifiesto las buenas relaciones personales y oficiales entre la Corona y la Generalitat de Cataluña. La visita real a Barcelona facilitó ayer el encuentro, que adquirirá tono oficial cuando, en otoño, se produzca el relevo en la Generalitat.

Las buenas relaciones entre el Rey y Pujol están basadas en el respeto institucional, pero con los años entre Juan Carlos y Pujol se ha cimentado un entendimiento personal que ayer quedó patente en el encuentro. Pujol es el único de los representantes de una institución pública que casi alcanza al Rey en permanencia en el cargo. De hecho, Juan Carlos, en ejercicio desde 1975, sólo adelanta en cinco años a Pujol.

La presencia en la comida de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín reforzó el carácter íntimo del encuentro. En tono distendido, los tres matrimonios bromearon sobre cómo colocarse. Pujol se permitió una ironía sobre su estatura, intentando subir un escalón para ganar unos centímetros y salvar las distancias. El Rey le instó a ello, pero Pujol permaneció a la misma altura que su anfitrión (foto).

VISITA A LOS ENFERMOS

Los Reyes empezaron ayer su jornada catalana en Badalona, donde visitaron las nuevas instalaciones del Instituto Guttmann y la concluyeron con el recorrido de Juan Carlos por el Salón del Automóvil. En el instituto, Juan Carlos y Sofía se interesaron por las personas que sufren lesiones medulares, daños cerebrales o cualquier tipo de incapacidad. La fortaleza de los pacientes impresionó a los Reyes.