Rocío Jurado lleva ya algunos días ingresada en una clínica madrileña a consecuencia de una alergia que, al parecer, la deja sin voz. Mal asunto para una cantante y sobre todo para una mujer que en los últimos años ha tenido que hablar más de la cuenta. También es mala suerte que precisamente ahora cuando los problemas planteados por el dúo Rociíto--Antonio David parecían superados, Rocío madre entre en crisis.

Debe de haber algún virus que ataca a las grandes damas de la escena, pues no hay manera de que puedan vivir tranquilas gozando de su prestigio ganado en años y años de trabajo y de la admiración que aún despiertan entre su público. Le pasa a Rocío Jurado y también a Concha Velasco, cuyos respectivos problemas familiares les han imposibilitado disfrutar de un capital de fama que nadie les puede discutir.

No es la primera vez que Rocío Jurado echa mano de sus problemas de alergia para quitarse de enmedio. Le pasó hace un año cuando tuvo que suspender una gira de conciertos para la que no le quedaban ánimos, después de que día sí, día también tuviera que salir a la palestra para defender a su hija Rociíto, que por aquel entonces se encontraba en la cima de su pelea con su exmarido Antonio David Flores.

Ahora, el asunto tiene un transfondo económico. Rocío es la pagana de su extensa familia y ya no tiene cuerpo para ir de gala en gala, ni tirón para vender todos los discos que su alto nivel de vida exige. Su marido, José Ortega Cano, aunque ha invertido en plan hormiguita, tiene su capital reservado para los dos niños colombianos que adoptó la pareja.