Aunque los vaticinios sobre la siniestralidad de las carreteras entrañan siempre un riesgo para quien los formula, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, se atrevió ayer a predecir que el 2008 se cerrará con 2.300 muertes, 500 menos que el año pasado. Una caída que calificó de "significativa", sobre todo si se tiene en cuenta que será el quinto año de descenso consecutivo. Aunque el pronóstico del ministro tiene truco. En lo que va de año, hasta el martes, se ha registrado un descenso de 507 víctimas mortales respecto al mismo periodo del año anterior. Muy mal se tendrían que dar las cosas para que no se cumpliera el vaticinio.