Por primera vez hemos construido una secuencia con ADN antiguo que esencialmente no contiene errores". Con tal rotundidad, Richard Green, investigador del Instituto Max-Planck de Antropología Evolutiva (Leipzig, Alemania), anunció hace días un hallazgo que hoy publica la revista Cell: la información genética mitocondrial de un hombre de neandertal de 38.000 años.

El descubrimiento supone un nuevo avance para entender las relaciones genéticas entre los Homo neanderthalensis y los Homo sapiens , aunque no es la primera vez que se descifra el ADN mitocondrial de dichos homínidos. El mérito de este trabajo recae, sobre todo, en que el equipo realizó 35 réplicas de la secuencia, siendo los resultados mucho más fiables.

De las conclusiones, se extrae que el ancestro común entre neandertales y humanos vivió hace unos 660.000 años, pero no da evidencias de la existencia de mezcla entre ambos linajes. El análisis se enmarca en el Proyecto Genoma Neandertal , que empezó en el 2006 con el fin de obtener la secuencia completa de su genoma, tanto del de sus mitocondrias como del de sus cromosomas.

Piloña, en Asturias, posee un auténtico filón de restos neandertales en la cueva del Sidrón, descubiertos por unos paseantes que hallaron casualmente huesos humanos. Desde el 2000, un amplio equipo científico, con miembros de la Universitat Pompeu Fabra, de la Universidad de Oviedo y del CSIC, ha analizado los restos y se ha percatado de lo excepcional del yacimiento por la abundancia y conservación de las muestras.

RESULTADOS COINCIDENTES El grupo de investigadores pudo secuenciar en el 2005 el ADN mitocondrial del neandertal de hace 43.000 años. Los resultados de los alemanes coinciden con los del Sidrón en la falta de evidencias para afirmar que neandertales y humanos se llegaron a hibridar. Aparte, también mostraron que fue en la península Ibérica donde ambas especies coexistieron más tiempo.

Las cadenas de ADN mitocondrial son cortas secuencias de material genético que están ubicadas en el interior de las mitocondrias, unos componentes de las células encargados de producir energía. Las cadenas pasan directamente de madre a hijo, sin que sus genes se mezclen con los del padre, a diferencia de lo que sucede con los cromosomas.

De este modo, las diferencias del ADN mitocondrial a lo largo de la evolución solo se deben a mutaciones que se dan una vez cada 10.000 años. Estas cadenas constituyen una herramienta muy valiosa para la construcción de árboles genéticos y para detectar los momentos de la historia en que las especies se fueron diversificando.