Pese a no estar aceptado como una enfermedad por las clasificaciones internacionales, el llamado síndrome posvacacional regresa cada año con la rutinaria vuelta al trabajo de millones de españoles. El Instituto Superior de Estudios Psicológicos (Isep Clínico) cuantifica en un 35% la cifra de trabajadores españoles --más de 6 millones-- susceptibles de padecer estos síntomas. "Pero, claro, hay grados", matiza Ferran Martínez, psicólogo clínico de esta institución.

Lo cierto es que hasta hace unos años casi se desconocía su existencia. Según los especialistas, puede deberse a que no se diagnosticaba o a que no estaba presente en nuestras vidas.

"Se trata simplemente de una especie de malestar genérico, una situación transitoria y normal, un proceso que genera una serie de molestias. Tampoco puede hablarse de una depresión", defienden el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Jerónimo Saiz, y Enric Aragonés, coordinador de salud mental de la Sociedad Española de Medicina de Familia (semFYC).

ESTILO DE VIDA ALTERADO En cualquier caso, médicos y psicólogos coinciden en que el síndrome puede manifestarse de diversas formas y afecta a nuestro estilo de vida. Lo habitual a nivel físico es padecer un cuadro de debilidad generalizada y astenia, problemas de insomnio y somnolencia, falta de apetito, fatiga, capacidad de concentración limitada... "Pero no es más que una somatización de un malestar psíquico", según Humbelina Robles, investigadora de personalidad y tratamiento psicológico de la Universidad de Granada.

En el ámbito psicológico, es habitual la intolerancia al trabajo, caracterizada por una sensación de desidia y hastío, falta de interés, ansiedad y una profunda noción de vacío que puede desembocar en un sentimiento de angustia y llegar a bloquear y anular nuestra capacidad de decisión. "Molestias de tipo físico o psíquico todo el mundo tiene casi todos lo días. La gente es bastante sensata, no suele consultar al médico y se adapta fácilmente a la situación", dice Aragonés.

Los más afectados por estas molestias "leves y transitorias" suelen ser los que idealizan las vacaciones como la culminación de su bienestar personal y los que muestran de forma habitual malestar o disconformidad con su actividad laboral, según Mar- tínez. "También hay más presión y más miedo: los trabajos requieren estar al 100% y tienes la espada de Damocles del despido encima", apunta Martínez.

Otros especialistas añaden entre los afectados a los que tienen vacaciones largas, agotadoras y sin un descanso adecuado.

DOLENCIA Solo si los síntomas persisten dos o tres semanas se debe acudir al médico ya que, "entonces, podría tratarse de un trastorno de personalidad, depresivo u otra cosa", según el responsable de salud mental de la SemFYC. "El final de las vacaciones y la vuelta al trabajo puede significar una situación estresante, pero sin punto de comparación con otras como la pérdida de un familiar, una separación o la pérdida del puesto de trabajo", remacha Aragonés.

El síndrome es menos frecuente entre los niños. Los pediatras apuntan que suelen afrontar la vuelta al colegio de manera positiva, aunque al principio echen de menos a los amigos de las vacaciones. Si al volver tienen problemas de rendimiento puede que sea por otros motivos, según Vanessa Fernández, psicóloga del Centro de Tratamiento de la Ansiedad y el Estrés de Madrid.

Uno de los consejos que más ofrecen los profesionales es repartir las vacaciones durante el tiempo estival y no volver justo el día antes de empezar a trabajar, para que el cambio no sea demasiado abrupto. También proponen realizar actividades gratificantes e incorporarse a la rutina de forma gradual en la medida de lo posible.

"¿Síndrome pos qué? Aquí no tenemos tiempo para eso", declaró ayer Sonia Pérez, secretaria en una multinacional con sede en Madrid. El sociólogo Santiago Hernández fue más radical: "Hablar de síndrome posvacacional es una frivolidad. El síndrome de las personas sin empleo es el único del que podríamos hablar y, de paso, curábamos el de los que tienen trabajo".