Desavenencias económicas con sus jefes y con los empleados de la oficina de la CAM de Olot, unidas a un complejo de sometimiento a la familia propietaria de Construccions Tubert indujeron a Pere Puig Puntí a asesinar a cuatro personas el pasado miércoles. Al menos esa es la explicación que ayer ofreció el homicida al juez en tres horas de declaración. Puig se atribuyó los crímenes sin tapujos y admitió que se sentía "liberado" tras haberlos cometido. También reconoció que buscaba a otras dos personas en el bar en el que disparó primero porque quería matarlas. Tras escuchar la confesión, el juez ordenó su ingreso en prisión.

El albañil, de 57 años y vecino de Sant Esteve d´en Bas, afirmó que el constructor Joan Tubert y su hijo Angel le debían las pagas extras de la Navidad del 2009 y del pasado julio, no varios meses como habían indicado algunas fuentes. Dijo que le adeudaban unos 2.300 euros y que sospechaba que sus jefes le habían hecho firmar una carta de despido sin decírselo. Además de este móvil económico, el acusado alegó que el empresario y su hijo lo tenían dominado y que habían penetrado en su interior comos si fueran "una serpiente".

MALAS VIBRACIONES Las personas a las que quería matar junto a sus jefes en el bar La Cuina de l´Anna eran el propietario del establecimiento y un hombre llamado Marcel.lí que a veces trabajaba con los constructores. Cuando se le preguntó qué tenía contra ellos, se limitó a decir que le miraban mal. Respecto a los empleados de la CAM, relató que decidió matar a Rafael Turró y a Anna Pujol a raíz de unas desavenencias por una deuda con su tarjeta de crédito. El albañil no mencionó al director de la sucursal de la caja, al que fuentes cercanas al caso habían señalado como uno de sus objetivos.

Al parecer, debía a la entidad 5.500 euros y por eso pagaba una cuota de 180 euros al mes. Hizo números y, cuando calculó que la deuda estaba saldada, acudió al banco. Los dos empleados le comunicaron entonces que seguía debiendo el mismo dinero, probablemente porque la cutoa que pagaba cada mes solo correspondía a los intereses. El no lo vio así y decidió actuar en consecuencia. Carles Monguilod, abogado de la familia Tubert, que ejerce la acusación particular, dijo que Puig tenía los crímenes planeados y los ejecutó con precisión milimétrica. La defensora, Núria Masó, solicitó que se evalúe su salud mental. "Nada justifica unas muertes, pero Pere se sintió vapuleado, menospreciado y estafado, y por eso hizo lo que hizo", afirmó.