TSti las cosas fueran lobos yo estaría muerto desde hace tiempo. Devorado por sorpresa. Eso era lo que repetía mi madre cuando la búsqueda de algo me vencía. Era increíble, ella conocía el escondite de todas mis necesidades, sólo tenía que alargar la mano para mostrármelas. Porque las cosas que son lobos están siempre ahí, quietas, mimetizadas con los demás objetos, esperando comerte.

Las necesidades y las ausencias también están llenas de lobos. Esta mañana, revolviendo entre mis urgencias, he encontrado una pequeña caja de cartón en la que descansaba una fotografía de mis bisabuelos. Están inmóviles, fundidos con el momento que les rodea. Me llaman la atención sus enormes manos, sobre todo las de él, que podrían arroparlo todo. Ya no hay manos tan grandes, pero tampoco son iguales las necesidades o las búsquedas. Antes las manos eran inmensas porque se utilizaban para espantar las cosas que eran lobos. Pero con el paso del tiempo palmas y dedos se encogieron, se olvidaron de crecer cuando descubrieron que los lobos habían desaparecido o estaban escondidos, acurrucados en el lugar al que va todo lo que no encontramos. Si yo tuviera unas manos tan grandes como las de mis bisabuelos podría palpar mejor mis necesidades o apartar con mayor facilidad todo lo que molesta para mirar lo escondido. Porque la vida está llena de urgencias que estorban para ver y de momentos necesarios que no se encuentran, aunque estén al lado.

Si las cosas fueran lobos lo mismo yo estaba muerto desde hace tiempo, o puede que no, que tan sólo permaneciera oculto en ese lugar en el que reposa lo que no encontramos.