Un no a la comunión de los divorciados católicos que se han vuelto a casar; otro no a que las mujeres puedan ser sacerdotes y una tercera negativa a que los cristianos ortodoxos y protestantes comulguen en la misas de los católicos son algunos de los acuerdos alcanzados por los 242 obispos que han participado en el XI Sínodo, institución que, junto con el Concilio, es el órgano democrático de la Iglesia. El Sínodo, que concluyó ayer, también se opone a que los hombres casados puedan ser ordenados sacerdotes pese a la escasez actual de vocaciones.

"Estamos muy decepcionados porque los aspectos concretos que aludían a la Eucaristía han sido bloqueados por la Curia, o no han obtenido la mayoría de votos" afirmó el profesor Vittorio Bellavite, coordinador italiano del movimiento Somos Iglesia, que reúne a casi dos millones de católicos de a pie, la mayoría destacados intelectuales.

El mensaje final del Sínodo muestra de nuevo su preocupación por un mundo secularizado donde faltan sacerdotes, así como por la violencia, la guerra y la pobreza. Otro de los problemas destacados por los obispos es la pérdida del "sentido del pecado" y la crisis en la práctica del sacramento de la penitencia.

Un tema muy citado en el documento es la situación del mundo y la "toma de conciencia" de los obispos ante los sufrimientos causados por las guerras, el hambre, las diferentes formas de terrorismo y la injusticia que, afirman "afectan a la vida cotidiana de centenares de millones de seres humanos".

Los prelados subrayan la importancia "inestimable" del celibato en la Iglesia y, tras citar la situación de las iglesias orientales, donde los sacerdotes pueden casarse, dicen que la opción de permitir el matrimonio a los curas del rito latino "es un camino que no se puede recorrer".

AVISO A LOS POLITICOS La propuesta número 46 alude a los dirigentes católicos que aprueban leyes como las del aborto, el divorcio, los anticonceptivos y las bodas entre homosexuales. En ella se afirma que los políticos y legisladores católicos que promueven leyes "contra el bien integral del hombre, contra la justicia y el derecho natural" no son coherentes con la Eucaristía, porque "la opción privada y la pública no se pueden separar". Piden a los obispos que sean "firmes, y también prudentes".