Esta es una historia de peces. De peces que llegaron de muy lejos y que, pese a sus grandes diferencias, supieron hacerse un hueco en los ríos españoles. Es la historia del siluro, el pez monstruo, capaz de comerse de un bocado a cualquier competidor, lo que lo ha convertido en el rey de los embalses del tramo final del Ebro, y de la trucha arcoiris, la pequeña saltarina de los ríos del montaña, con una capacidad de reproducción que deja atrás a cualquier otra especie piscícola. Uno y otra se han convertido, en los últimos años, en objeto de duros enfrentamientos y centro de las difíciles negociaciones que han mantenido los movimientos ecologistas y los propietarios de negocios turísticos, pescadores y representantes de otros intereses comerciales.

Cuando hace algo más de dos años se propagó el rumor de que el siluro, ese gran pez bigotudo y depredador (que puede superar los dos metros y medio), iba a quedar fuera del catálogo de especies exóticas invasoras, los ecologistas pusieron el grito en el cielo. Finalmente, sin embargo, el Silurus glanis , llegado a España en torno a 1960 de la mano de pescadores alemanes y negocio turístico de primera magnitud en las zonas donde habita, no fue indultado y, aunque hoy es ya muy difícil su erradicación, sí ha quedado al menos prohibido su transporte, el comercio y la suelta de nuevos ejemplares. Es uno de las 19 especies

Ese mismo tratamiento es el que exigían las principales entidades ecologistas españolas (Ecologistas en Acción, SEO-BirdLife y WWF) para la trucha arcoiris (Oncorhynchus mykiss ), un pececillo de aspecto bastante más simpático que el del siluro, pero que constituye, según estas organizaciones, un peligro igual o mayor para la biodiversidad de nuestros ríos.

Este pez eurihalino, que vive tanto en el agua dulce como en el mar, perteneciente a la familia de los salmónidos, es nativo del océano Pacífico, pero actualmente se extiende por todo el planeta, gracias a la intervención del hombre, que la ha usado en centenares de repoblaciones fluviales con fines piscícolas y que, en los últimos años, la cría de manera intensiva en piscifactorías.

Y aunque en el 2011 quedó recogida en el listado de especies con potencial invasor, ahora no ha sido incluida en el catálogo, quedando a expensas de lo que decida cada comunidad autónoma.

Ejemplares esterilizados Contrariados, los ecologistas amenazan con denunciar ante instancias europeas la amnistía concedida por el Gobierno español a la trucha arcoiris, alegando que esta es una de las especies contempladas en la lista de más dañinas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Con todo, para curarse en salud, el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente ha incluido una disposición adicional en el decreto publicado el pasado 3 de agosto en la que establece que las liberaciones de trucha arcoiris "deberán realizarse exclusivamente con ejemplares criados en cuatividad, procedentes de cultivos monosexo y sometidas a tratamiento de esterilidad".

En suma, lo que ha hecho el ministerio no es más que recoger la petición de comunidades autónomas como la de Cataluña que, entre las alegaciones previas del decreto, pidió un trato diferencial para este pez y recordó al Gobierno el "gran interés que suscita esta especie entre los pescadores y las posibilidades que ofrece, por su reducido coste, su adaptabilidad y su rápido crecimiento".