TEtntendería este despliegue de medios si estuviéramos en agosto, y la nieve hubiera sorprendido a los veraneantes en plena operación salida. Imaginen telediarios dedicados por entero a la noticia, reporteros intrépidos jugándose la vida por los puertos cerrados, el ejército llevando café y mantas a los pobres atrapados entre bikinis y palas. O el hielo mezclándose con la arena de playa, las chanclas dejando ver unos pies congelados, la indignación de todos, las disculpas de los meteorólogos, la lógica de no ser previsor cuando se atraviesa la meseta a cuarenta grados. La imagen increíble de un niño en bañador con el temporal al fondo. Los niños, ya se sabe, confunden las estaciones y no entienden que en invierno suele hacer frío y en verano te asas, cambio climático aparte. Pero nosotros, los adultos, presumimos de saberlo todo, por eso, si nos vamos de excursión a un puerto de montaña que suele cerrarse en cuanto caen tres copos, deberíamos llevarnos las cadenas y saber ponerlas, o conocer las limitaciones de velocidad cuando hiela y las posibilidades de colisión, si se presenta la niebla. Y las autoridades, lo mismo. Sabiendo que España no es un país tropical, deberían haber previsto un plan que incluyera quitanieves, sal en las calles y atención de urgencia. Incompetencias aparte, que nieve en invierno es lo más normal del mundo, pero entre todos, han convertido al temporal en la única noticia y el frío en titular de primera plana. No quiero ser mal pensada, pero con más de tres millones de desempleados, a lo mejor no es más que un intento de desviar nuestra atención de lo que en verdad nos está cayendo.