Nunca debieron imaginarse los pobladores de la pampa de Nazca, en Perú, allá por el año 500 después de Cristo, que algún día en un muy remoto futuro habría personas que desde su casa en cualquier otro lugar del mundo se sentarían frente a una pantalla en la que verían, a la perfección, las increíbles líneas de cientos de metros de largo que, junto con extrañas figuras, trazaron aquellos hombres sobre una tierra árida y que ahora, 15 siglos después, siguen visibles.

Aquellos hombres de la cultura Nazca nunca pensaron en un invento llamado Google Earth para darse a conocer en el resto del mundo a través de fotos hechas por satélites. Y eso que tenía mérito, realizar líneas y dibujos que desde la propia tierra ni se distinguen, sino que solo son visibles desde el aire. Líneas de solo 40 centímetros hasta un metro de ancho y que nunca han desaparecido porque en el valle de Nazca solo suele llover media hora en uno dos años.

Como tampoco pensaron en Google Earth los que hace unos 400 años incrustaron sobre las praderas verdes de una montaña de Cerne Abbas (Inglaterra), el dibujo inmenso, de 55 metros de alto y 51 de ancho, de un hombre con un garrote en la mano y un impresionante pene erecto y dos testículos de hierba entre las piernas. Entonces no había avionetas y ni globos aerostáticos para elevarse sobre la tierra y ver ese dibujo con perspectiva, entero.

Definiciones más altas

Ahora sí, ahora el mundo ha cambiado, ahora 200 millones de personas en todo el mundo se han descargado uno de los programas estrella del gigante Google y muchos otros son conscientes de que pueden ser observados desde el cielo, desde satélites invisibles que no dejan de hacer fotos cada vez más detalladas de la superficie de la tierra, con definiciones tan altas que el último descubrimiento ha sido la imagen de un reo que realiza flexiones en el patio de la prisión de Scheveningen, aunque hay que tener una vista muy entrenada para distinguirlo.

Creatividad e imaginación

Ahora, con el gancho de Google Earth, hasta artistas con imaginación pueden darse a conocer al mundo. "Hay gente que aplica el programa de manera muy creativa", explicó hace poco Chikai Ohazama, el hombre fuerte de Google Earth, procedente de Keyhole, una empresa especializada en cartografía que fue adquirida por el monstruo de internet y cuyo fondo formó la base para arrancar en agosto del 2005 con el programa Earth.

Con lo de la creatividad, Ohazama se refirió, entre otros, al colectivo de artistas Gelitin, que colocó en el 2005 en los Alpes italianos, cerca del pueblo Artesina, un conejo rosa de 50 metros de largo, tumbado felizmente sobre la hierba y que, si no se deshace bajo la nieve y las tempestades, permanecerá ahí hasta el 2025. O los granjeros de Schnepf Farms de Phoenix, que cada año por Halloween trazan un dibujo en uno de sus campos de trigo y que en el 2004 lo dedicaron a la presentadora de TV Oprah Winfrey, que era justo cuando sobrevolaba Arizona el satélite cuya foto utiliza ahora Google Earth para su mapa de la zona.

En menos de dos años, el fenómeno de este atlas universal para los internautas ya ha adquirido una notoriedad considerable.