El tifón Ketsana extendió ayer su reguero de muertes hasta Vietnam. Hasta ahora han sido contabilizadas 32 víctimas, a pesar de que el Gobierno había ordenado evacuaciones masivas en las zonas más amenazadas. El Ketsana ya causó 240 muertos en los últimos días en Filipinas, cuando era una tormenta tropical y no alcanzaba la categoría de tifón.

El tifón alcanzó Danang, en el centro de Vietnam, con vientos de casi 150 kilómetros por hora. Muchas de las víctimas murieron por la caída de árboles o ahogados por el súbito desbordamiento de ríos. Los cinco miembros de una familia quedaron sepultados cuando un desprendimiento se tragó su casa. Las inundaciones han golpeado zonas turísticas como Hue, la antigua capital imperial, y Hoi An, una pequeña localidad declarada patrimonio de la Humanidad por la ONU.

Las autoridades habían evacuado a 170.000 personas en las seis provincias centrales antes de que los vientos tocaran tierra. Las medidas de precaución incluían la cancelación de todos los vuelos que pasaran por el centro del país, la recomendación de los barcos de refugiarse en el puerto de Danang y el cierre de miles de escuelas. ±La provincia está a oscuras. Las calles están llenas de árboles y postes de la luz caídos. Parece el escenario de una batallaO, dijo el vicegobernador de la provincia de Quang Ngai. Se prevé que el tifón se dirija a Laos, ya con menos fuerza.

Mientras, en Filipinas siguen sumando víctimas a su recuento. Ayer llegó a 240, un centenar más que el día anterior. Se teme que aumenten en cuanto se llegue a zonas remotas que permanecen incomunicadas. Casi 400.000 personas siguen viviendo en centros de evacuación, que muestran signos de desbordamiento. En las últimas horas se han habilitado zonas del Palacio de Malacañang para albergar a más evacuados. "Si es necesario, nuestros empleados dejarán sus lugares de trabajo para liberar espacio", ha anunciado la presidenta filipina, Gloria Arroyo. Desde que Ketsana tocó la costa el pasado sábado, el país ha sufrido las peores inundaciones en 40 años. Manila ha sido declarada en estado de catástrofe. En algunas partes de la capital el agua alcanzó los seis metros de altura.