TLta pertenencia a un grupo plantea en ocasiones conflictos entre los individuos que lo componen. Lo mismo da que sea una asociación cuyo objetivo trascienda el propio interés como que haya sido creada para beneficio exclusivo de sus componentes; pero, si bien es cierto que la confrontación beneficia al grupo dándole vitalidad, también lo es que el individualismo puede dar al traste con los objetivos marcados.

"Guerra fría" titulaba días pasados un periódico deportivo refiriéndose a la rivalidad, dentro del Astana, entre Armstrong y Contador . Que el americano sólo ha vuelto para ganar el Tour era sabido, y que el español también quiere hacerse con el maillot amarillo es claro como el agua. Esto significa que las individualidades priman sobre el grupo, lo que me lleva a concluir que el equipo ha fijado su estrategia en poner a pelear a dos gallos para que la rivalidad le asegure el resultado final. En la etapa Marsella-la Grande Motte, Contador se durmió y Armstrong estuvo vigilante. La guerra interna está servida.

Pensando en esto de los grupos, los objetivos comunes y los individuales, comencé a repasar la prensa. De nuevo me topé con el tema objeto de mis reflexiones. Volví a reconocer el mismo problema cuando leí una información sobre los barones socialistas y la financiación autonómica. El grupo, conformado por el gobierno central y el de las regiones, quiere alcanzar el acuerdo en el nuevo modelo, pero el jefe del equipo lo tiene difícil. No hay dos gallos, sino tres y todos quieren ganar el Tour. Están las comunidades gobernadas por el PP, está Cataluña, y están las gobernadas por el PSOE. Estas últimas, a pesar de ser amigas del organizador, no quieren darle carta blanca, no vaya a ser que dé ventaja al gallo más fuerte. Individualidades que pueden dar al traste con el objetivo marcado.