Todo apunta a que la crisis climática hará estragos en el Mediterráneo. Aun así, las grandes ciudades del sur de Europa son las menos preparadas para hacer frente a lo que se avecina. El análisis más completo realizado hasta la fecha de los planes de acción climática de 885 ciudades europeas desvela que las ciudades con altas tasas de desempleo, veranos más cálidos, próximas a la costa y, por lo tanto, con una mayor exposición a los impactos climáticos, tienen significativamente menos planes de acción climática.

El estudio, liderado la Universidad de Twente (Países Bajos), concluye que las zonas mejor preparadas para hacer frente a la crisis climática son las metrópolis de más de 500.000 habitantes y las localidades del norte del continente. Los datos sugieren que la mayoría de las ciudades europeas, concretamente un 66%, tienen un plan para mitigar los efectos de la crisis climática, ya sea autónomo o en sintonía con las políticas nacionales y/o europeas. Solo un 17% de las urbes europeas cuenta con un programa coordinado de adaptación y mitigación con el que hacer frente a los efectos de la emergencia climática. En el otro extremo, el 33% de carece de cualquier forma de plan.

Pérdidas incalculables

Mientras, los eventos meteorológicos extremos dejan van dejando rastro a su paso por el territorio. Por ejemplo, colapsando e inundando ciudades sin un alcantarillado adaptado. El Consorcio de Compensación de Seguro (CCS) estima que las últimas inundaciones vividas en España, que afectaron especialmente las regiones de Alicante y Murcia, provocaron unas pérdidas equivalentes a 445 millones de euros. Esta gota fría habría sido el segundo siniestro más caro en la historia reciente de España, después de las inundaciones del País Vasco de 1983. «Y esto solo es la punta del iceberg», asegura Pedro Tomey, director general de la Fundación Aon España. «Estas cifras solo reflejan la compensación económica de los elementos asegurados. Si tenemos en cuenta los daños humanos e inmateriales las pérdidas ocasionadas por la crisis climática serían incalculables», añade el experto.

El rastro de los fenómenos meteorológicos extremos va mucho más allá de los daños que causa en el momento. «Estas catástrofes naturales también afectan al urbanismo, la producción agrícola, los recursos del territorio. Hay zonas que quedan totalmente devastadas después de una tormenta y la gente se ve obligada a reconstruir su vida o huir», argumenta Tomey. En España, explica, las catástrofes climáticas más amenazantes llegan en forma de inundaciones, desertización y olas de calor cada vez más intensas y duraderas.

Los cambios

Los expertos sitúan a las ciudades como epicentros del cambio en la lucha contra la crisis climática. El Pacto de los Alcaldes por el Clima, por ejemplo, ya reúne a más de 9.000 autoridades locales y regionales. España a Italia destacan como los países con más número de alcaldes adheridos al convenio.

«Es importante que todas las administraciones locales se comprometan con medidas en favor de la la sostenibilidad tanto ecológica como social como, por ejemplo, la limitación del tráfico para el control de las emisiones», argumenta Agustí Amorós, de la consultora AIS Group quien, en colaboración con el Observatorio de la Sostenibilidad, lanza un programa para que los ayuntamientos puedan medir su grado de cumplimiento con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, entre los cuales destacan los que están enfocados a la sostenibilidad. «Ahora mismo necesitamos ir más allá de las iniciativas puntuales y apostar por una acción conjunta para hacer frente a este problema global», recalca.