El Gobierno sigue buscando nuevos métodos para poner chinas en el zapato del sufrido ciudadano. La última ocurrencia: bajar de 120 a 110 km/h la velocidad permitida en las autopistas. Rubalcaba defiende esta nueva muestra de desprecio hacia el ya castigado conductor afirmando que se trata de una medida incluida en un plan de ahorro energético con el que hacer frente a la subida de los precios del petróleo. O sea que el ciudadano no solo sufre la subida de precios de los carburantes que van a dañar su economía doméstica, sino que además se convierte en el principal agente para paliar esa subida. Víctima y verdugo a la vez. En resumen: deberemos pagar más caras la gasolina y las multas para poder viajar más despacio.

Dice Rubalcaba que con esos 10 km/h menos (hurtados a la paciencia del conductor) el ahorro en combustible va a ser del 15%. Pues si vamos a ahorrarnos un 15% por cada diez kilómetros, ¿no sería mejor prohibir los coches y las autovías y viajar directamente en burro por caminos pedregosos, como si fuéramos personajes de El Lazarillo de Tormes ?

Los promotores de este plan saben que la velocidad media en autovía es de 130 km/h, excepto cuando conducen ellos o sus chóferes, casos en que se sobrepasa esta velocidad con holgura. Antena 3 emitió un vídeo en el que delataba, una a una, las infracciones cometidas en tan solo unos minutos por el director de la DGT Pere Navarro , merecedoras de ser castigadas con 1.010 euros y 6 puntos menos. Este gerifalte de la velocidad prohibida no tuvo que pagar nada. Lo suyo es poner chinas en los zapatos ajenos, no que se las pongan a él. Faltaría más.