Mientras Estados Unidos aguarda con creciente aprensión a conocer cuántos miles de víctimas ha causado el Katrina , el impacto económico del huracán empieza ya a ser estimado por el Congreso. La oficina de presupuestos del Legislativo señaló ayer que en los próximos meses pueden perderse 400.000 puestos de trabajo en la zona devastada, algo que probablemente recortará en un 1% el crecimiento económico de la nación en el segundo semestre de este año.

El senador republicano Tom Coburn adelantó que "todo el mundo va a tener que sacrificarse en este país para ayudar a reconstruir la costa del golfo de México". Diversas estimaciones sitúan la factura de los daños causados por el Katrina en 150.000 millones de dólares (120.000 millones de euros o casi 20 billones de pesetas).

Consciente de que la situación es muy crítica en las zonas arrasadas por el huracán y también de la tormenta política desatada sobre George Bush por su deficiente gestión de la crisis, la Casa Blanca anunció ayer que el presidente ha pedido al Congreso 52.000 millones de dólares para labores de asistencia y recuperación. Este montante puede ser aprobado por el Legislativo hoy mismo, y se suma a los 10.500 millones de dólares aprobados la semana pasada para los mismos fines. Esa cantidad "se está acabando más deprisa de lo que pensábamos", confesó el portavoz de Bush, Scott McClellan.

Además, la Administración de Bush se disponía a entregar tarjetas de débito, por valor de 2.000 dólares cada una, a los damnificados del Katrina .

LA ESTANCIA EN CRAWFORD Las huestes de Bush tratan de proteger al presidente de la oleada de críticas de la oposición demócrata, cada vez más furiosas. Ayer, el líder de la minoría de este partido en el Senado, Harry Reid, pidió conocer si la permanencia de Bush en su rancho de Tejas "tuvo algún efecto sobre la respuesta del Gobierno federal" a la catástrofe. Reid exigió, además, saber "cuánto tiempo dedicó el presidente a hacer frente a esta crisis durante sus vacaciones".