En el tejado de la casa de los Díaz, situada junto a la boca sur del túnel de la Rosquilla, no ha caído ningún pedrusco, pero los cuatro miembros de la familia han sido evacuados a la fuerza por precaución. La casa, pintada con el blanco tradicional de la isla canaria de El Hierro, se halla justo debajo de una enorme pared vertical que, según explican los técnicos, se encuentra en situación inestable debido a los últimos movimientos de tierra. El túnel de la Rosquilla, que enlaza los dos principales pueblos herreños, llamados Valverde y Frontera, está cerrado al tráfico porque en su interior se desplomó una porción de la bóveda. Solo tienen permiso para pasar los camiones del Ejército.

La mayoría de las 53 personas que fueron evacuadas el martes al agudizarse la crisis sísmica pudieron volver ayer a sus hogares. También volvieron a las aulas los escolares del colegio de Frontera, que se había cerrado la víspera. Sin embargo, los Díaz han tenido la mala suerte de vivir en un lugar tan singular, un auténtico paraíso para la escalada.

No habían hecho la maleta. "Estábamos cenando y llamaron de repente a la puerta", relata la madre, María del Pino Santana. Las autoridades locales les ofrecieron pasar la primera noche en la residencia de estudiantes de Valverde, pero ayer lograron un apartamento cercano a su casa y se les permitió acceder a su casa para recoger ropa y otros enseres. La cena estaba donde la dejaron, pero en mal estado, y los pobres perros rabiaban de hambre. "Aunque entiendo que puede haber un peligro y hasta que nos desalojen, todo fue muy precipitado", resume. "Hubo caos porque no estaba claro quiénes debían ser desalojados y quiénes no --relata en otro momento un vecino cercano--. Al principio hablaban de 300 personas y luego fueron solo 53".

Maleta preparada

Las autoridades locales y Protección Civil emplazaron a los vecinos de todo El Hierro (10.000 habitantes) a que tuvieran una maleta preparada por si hubiera que evacuar sus casas de manera urgente, pero lo cierto es que el aviso no tuvo mucho éxito. "Primero nos anuncian que si hay una erupción será lenta, predecible, y luego en cambio nos dicen que nos van a echar en un minuto", prosigue Eladia, que vive en Echedo, al noreste de El Hierro, lejos de las zonas de mayor riesgo volcánico. "Yo no he hecho la maleta ni tengo previsto hacerla", dice.

Más que asustados, los vecinos de Frontera están preocupados porque los pequeños terremotos han perturbado su apacible vida. Y nadie sabe, incluidos los numerosos científicos desplazados a la isla, cuánto puede durar la actual situación. La clausura del túnel de la Rosquilla, por ejemplo, les obliga a dar un rodeo de 45 minutos para llegar a Valverde. Los hoteleros están preocupados porque se han anulado muchas reservas (el 30%, según explica un alojamiento situado al sur del puerto de La Estaca). "Aquí siempre ha habido desprendimientos", relata Manuel, un jubilado que busca la sombra junto a unos conocidos. El sol luce radiante. "De hecho --prosigue--, el túnel ya se cerró a principios de año por culpa de la lluvia. El agua se mete por la roca volcánica y la deforma". Todo El Hierro es un cono volcánico que se formó hace 1,2 millones de años, muy poco en escala geológica.

Ayer se detectó un temblor de magnitud 3,8 en la escala de Rich-ter, el mayor desde que en julio empezó la actual crisis sísmica de El Hierro, pero al mismo tiempo se redujo el número de terremotos y, lo que es más importante, se desplazó hacia el mar, al sur de El Julán, la zona donde se concentran los epicentros. "Pero no os fiéis --advierte el geólogo Joan Martí, de CSIC--. Esto puede cambiar nuevamente".